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Estar acá, en Ushuaia, la bahía del sol poniente, según la antigua voz yamana, implica enfrentar sus increíbles contrastes, sus blancos y sus negros, sus luces y sus sombras; su identidad, ni más ni menos. Desde el instante mismo que el avión desciende y se abren las nubes para revelar los bajos pero agudos picos de las últimas estribaciones de esta cadena montañosa que recorre América sumergiéndose en el mítico sueño del fin del mundo, podemos percibir una fuerza vital que se eleva.
Son sus artistas, habitantes de la ciudad más austral del mundo, los que levantan su voz y, cada uno a su manera, eligiendo las técnicas más variadas y experimentando con diferentes soportes, los que revelan el secreto y nos invitan a esta fiesta.
Porque el MAF es la fiesta del arte fueguino, una fiesta que vive cada uno de los que habitan esta isla y están comprometidos con ella. Una fiesta que nació como un proyecto institucional liderado por Mónica Sandali Noé, Subsecretaria de Cultura y Educación de Ushuaia, que busca, en esta primera edición, dar visibilidad a los artistas de la región y, en las próximas, convertirse en “otro centro” que permita hacer cruces con artistas de distintas regiones del país, incluso de Latinoamérica. Participan del Consejo Consultor del MAF, Carlos Pedro Vairo, director de los Museos Marítimo y del Presidio de Ushuaia; María Alejandra Rosell, Directora de la Galería de Arte del Museo Marítimo de Ushuaia y el artista Gustavo Groh, como coordinador general.
Durante todo el mes de noviembre, veintisiete proyectos artísticos, cuidadosamente elegidos y guiados por Matilde Marín se exhiben en distintos puntos de la ciudad. Para esta internacionalmente reconocida la artista visual, la curaduría de esta primera edición, resultó un estimulante desafío ya que “si bien el MAF escapa al formato tradicional, es del tipo de proyectos que crecen en el mudo; se trata de un proyecto con gran potencial donde los artistas pueden imprimir una marca propia.”
Y esto es precisamente lo que se observa al recorrer los distintos espacios. En la casa tradicional Bebán, una de las más antiguas de Ushuaia, nos da la bienvenida un grupo de Yefaceles. Estos espíritus protectores de los pueblos originarios eran entregados a cada yaman que nacía y cuidaban de él toda la vida; al morir la persona el Yefacel quedaba huérfano y vagando a solas. Rosana Rojas, artista plástica nacida en Salta, rescata con su proyecto estos espíritus huérfanos que deambulan y los personifica en pequeñas esculturas de cerámica que distribuye por toda la ciudad. Nancy Pardo, nacida en la provincia de Buenos Aires rescata el Alma de Bosque dotando a sus esculturas objeto realizadas en tela enyesada, en las que dibuja las delicadas huellas del viento y el sutil encaje de su sombra. Niní Bernardello, artista visual, cordobesa y poeta, descubre las correspondencias entre el paisaje y los rituales de los selknam; para su obra –un revelador libro de artista- fotografió máscaras utilizadas en estos rituales y piedras encontradas en la zona, ambas asombrosamente similares y escribió sus textos poéticos. Ricardo Frías, de origen tucumano y preocupado por el estado de la sociedad contemporánea y su relación con el medioambiente, exhibe el video Como en caja, en el que, como un político, lee estadísticas implacables sobre la recolección y acumulación de residuos en la ciudad; un tema que lo ocupa como habitante de la isla.
La poesía y la voz de los artistas invade toda la ciudad; Maia Gessaga, fueguina por naturaleza, también arriesga este camino de denuncia del problema y con su intervención urbana Rueda la rueda, invita a repensar hábitos que perjudican el medioambiente. Leandro Herraiz, mendocino y fotógrafo, interviene las ventanas de la ciudad con imágenes de pájaros que han tenido que readaptarse, despojados de su hábitat natural. Rosalía Jofré, sanjuanina de origen, realiza una instalación con 1.200 aves recortadas en papel como metáfora de las migraciones, de sus sueños e ilusiones. La rosarina Laura Aguilera interviene con su obra ¿Cómo estar? las paredes de la ciudad; una valija de stencil, la misma valija con la que llegó cada uno de los inmigrantes a este lugar. Para la uruguaya Cecilia De Souza, la consigna Estar Acá la remite a un tiempo existencial; una pintura que recupera un recuerdo de su infancia copiado infinidad de veces sobre diferentes formatos, estas numerosas impresiones tapizan una de las paredes exteriores de la casa de la Banda –lugar donde ensaya la banda musical de Ushuaia- y se irá degradando según su soporte, de la misma manera que el tiempo modifica los recuerdos.
El grupo Bitácora, conformado por Elsa Zaparat, Laura Aguilera y Cecilia De Souza realizan su Denuncia Animal señalando en distintos lugares, la negligencia, el abandono y el impacto humano sobre la naturaleza. Para ello utilizaron miles de pequeños animales de porcelana china provenientes de un conteiner abandonado cuando una tradicional casa de decoración cerró sus puertas. Es así como miles de patitos intentan abordar un viejo remolcador encallado en la costa de la Bahía Encerrada. María Elena Jacob, de Paraná, Entre Ríos, atesora presentes que rescató del mar, 365 fragmentos cerámicos, modelados por las olas y devueltos a la orilla. Diego Bonvehi, nacido en Buenos Aires, utiliza un televisor encontrado en la basura y cuya pantalla es un espejo para denunciar que aquello de Lo miramos por TV, no está tan lejano. También de Buenos Aires, la fotógrafa Vanina Cejas, propone una reflexión en este tema; en sus Ofrendas Infames en Tierras Frías, documenta los residuos dispersos en bosques y la ciudad y los reubica en un canasto de basura. Diego Ovando levanta su Crisol de Culturas en un espacio público y el jujeño Ariel Mamaní con su Cubo-Vida simboliza el hábitat, la precaria construcción inicial en un lugar a habitar.
Los dibujos del cordobés Miguel Caviglia le dan vida a viejos navíos emblemáticos, la fueguina Viviana Chaves registra paisajes en los que enfrenta la naturaleza y lo urbano en un lenguaje cercano a la ilustración. Pablo Fabbro, santafecino de Esperanza, exhibe musicales collages realizados con recortes de revistas y folletos; Luján Gasillón, originaria de Mar del Plata, representa un mundo de fantasía partir de texturas y transparencias. Belén Maté, oriunda de Tres Arroyos, representa sus emociones a través de la técnica mixta. Por último Dorotea González representa en óleo las cuatro estaciones cuando ella llegó de Buenos Aires a Ushuaia, hace 33 años.
Dos porteños dan testimonio con su fotografía, Gustavo Lorda de los paisajes deshabitados de la región y Alfio Baldovin de la naturaleza en estado puro, piedras que caen en los desmoronamientos del Cabo Domingo en Río Grande; mientras que Rodrigo Muñoz Regairaz, nacido en Ushuaia describe –en blanco y negro- la característica urbana y las pequeñas historias de su ciudad. Otra porteña, Fernanda Rivera Luque, a través de su instalación fotográfica Aprecio, ubicada en la antigua legislatura de la ciudad, da visibilidad a otra realidad que existe en la isla producto de las inmigraciones, los asentamientos. José Luis Miralles recolecta residuos electrónicos y los convierte en arte mientras que Richard Bouzón toma agua de los distintos ríos de deshielo de los glaciares fueguinos, con los que realizó su performance en la inauguración del MAF y lo entregó como ofrenda al público y a su gobernadora, Fabiana Ríos.
Estar acá, en Ushuaia, resulta una enriquecedora experiencia que nos habla de las necesidades vitales, las emociones y las dificultades de los habitantes de nuestro extremo austral.