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Con un buen nivel de ventas, dentro de un contexto muy poco prometedor, arteBA, la feria de arte contemporáneo de Buenos Aires, cerró sus puertas por las que este año pasaron más 125.000 visitantes que aprovecharon el fin de semana largo.
Si bien a la hora de cerrar operaciones, los coleccionistas optaron por las firmás consagradas, muchos compradores nóveles adquirieron su primera obra en el Barrio Joven por valores entre 1.000 y 3.000 dólares. Para Ana Torrejón, las obras ubicadas entre los 5.000 y 20.000 dólares fueron las del segmento más difícil de cerrar; y como prueba de ello un magnífico Fabián Burgos aún esperaba por su nuevo dueño al promediar la feria. Para Jorge Mara la feria fue llamativamente buena. Vendió el primer día una excepcional obra de Sarah Grillo a una coleccionista extranjera, un magnífico Ferrari, varios trabajos de Eduardo Stupía, y otro tanto del innovador artista brasileño Macaparana. Para Isabel Aninat, de Chile "la feria estuvo super", con operaciones cerradas con obras de Matta, Soto y tres copias de la obra fotográfica del colectivo Aninat+Swinburn, entre otras. Gianni Campochiaro se lució con un stand con obra de calidad de museo como ya nos tiene acostumbrados, entre las que se destacaban dos piezas de Polesello de los años 70, una magnífica escultura de Juan Carlos Distéfano, un relieve de Emilio Renart y un imponente Miguel Angel Vidal.
Angel Guido apostó también a los consagrados: Aizemberg, Mac Entyre y a la obra contemporánea de María Silvia Corcuera. Paula Coppa, de Insight arte buscó su opción entre "los jóvenes coleccionistas de cincuenta años" con obras de Santiago Iturralde, Cynthia Kampelmacher y Martín Kovensky. Aldo de Sousa presentó un stand con una propuesta totalmente geométrica e innovadora: Leo Núñez, el artista platense más joven de la galería se destacó con una vibrante geometría sonora.
En el espacio dedicado a Carlos Gallardo se realizó un homenaje al reconocido y querido, artista fallecido hace pocos meses. Otros dos grandes ausentes en la feria, este año fueron Kiksi Van Riel y Miguel Kehayoglu.
Un balance bastante satisfactorio en un marco político-económico que deja poco margen para proyectar y que, una vez más, pone de manifiesto que el arte siempre tiene algo más para dar.