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Juan Doffo es uno de los artistas más interesantes del llamado “retorno a la pintura” de los años ´80. Desde entonces viene realizando trabajos alternando la pintura con la fotografía. Acaba de ser premiado por partida doble.
Ganó el 1er Premio del Salón Nacional de Pintura y el 2 de octubre, fue distinguido por la Fundación María Calderón de la Barca con un premio a su destacada trayectoria. En esta entrevista nos cuenta qué se siente al convertirse en un maestro.
Arte al Día: ¿Cómo se siente al ser tan premiado?
Juan Doffo: Cuando me informaron del 1er Premio del Salón de Pintura me emocioné mucho por lo que significa, y al poco tiempo me entero del otro premio, que no es por concurso sino que un comité decide luego de hacer una investigación. Entonces me acordé de grandes artistas que lo habían ganado como Carlos Alonso, Guillermo Roux, Miguel Ocampo. Y de pronto me ponen a mí en ese lugar. Uno se da cuenta de todo lo que ha trabajado y todo lo que ha desarrollado mentalmente, lo que yo llamo la “construcción de un pensamiento”, que no es sencillo a través del tiempo en el arte.
AAD: ¿Cómo es la actividad artística?
JD: Es compleja. Es difícil tener visibilidad cuando se empieza, pero es mucho más complejo seguir y desarrollarse y que a uno lo sigan mirando.
AAD: ¿Cómo se construye un pensamiento?
JD: Lleva toda una vida. En Argentina hay muy buenos pintores y escultores pero no todos han logrado construir un pensamiento. A veces no se logra nunca. Yo lo que trato de incentivar en mi aspecto docente es que mis alumnos miren que más allá de las imágenes hay una construcción interna. Los artistas no son una obra, ni un cuadro, son un pensamiento en el tiempo.
AAD: ¿Es un pensamiento que va cambiando o hay artistas de una sola idea que se va desarrollando en el tiempo?
JD: Mi experiencia cuando veo grandes retrospectivas de artistas contemporáneos es que hay obsesiones que estuvieron siempre. Porque uno es una sola persona, con los cambios de vestuario constantes que va haciendo. Pero debajo de ese ropaje hay algo que es sólido, que estuvo siempre. Tiene que ver con la estructura de cada uno. Las obsesiones están desde que uno es chico.
AAD: ¿Cuáles son sus obsesiones?
JD: Las constantes en mi obra tienen que ver con mi lugar de nacimiento, con la fascinación por los espacios abiertos y con mi formación espiritual y filosófica. Siempre me interesó que la obra sea un cruce entre naturaleza, cuerpo, vida y cultura. A veces hay una frase que yo arrastro durante años y no puedo bajarla a imagen hasta que un día lo logro.
AAD: Como docente, ¿usted trata de hacer aparecer eso que está subyacente en cada alumno?
JD: Sí. Nunca siento que pueda darle respuestas a una persona cuando recién llega, porque necesito conocerla.
AAD: ¿Cuándo hay un buen artista?
JD: Cuando hay una consecuencia entre su vida y su pensamiento. Cuando uno conoce a la persona, al artista, se lo puede acompañar mejor.
AAD: Entonces en la pintura hay un concepto.
JD: Si. Hay artistas que tienen oficio, pero ese es el truco, que a la larga se aprende. Lo que yo manejo en mi taller de enseñanza es tratar de ver cuáles son las necesidades de la persona. Y quiero que esa persona vaya adquiriendo el oficio que necesita para su propio tipo de expresión.
AAD: Cuando usted necesitó hablar de Mechita, su pueblo natal, tuvo que cambiar el formato.
JD: Sí, necesité aprender fotografía. Otras veces necesité la instalación. Son cambios de vestuario, pero más allá de las formas y los medios hay algo interno que une todo eso. Cada idea tiene un soporte.
AAD: Finalmente llegó a ser un maestro reconocido.
JD: Yo me río cuando alguien cree que un artista ha llegado a algo. No se llega nunca porque el estado constante del artista y del ser humano es la crisis. Y eso es un poco absurdo en una sociedad como la nuestra donde se habla de metas. Cuando Cézanne era anciando decía ”recién estoy haciendo lentos progresos”.
AAD: ¿Cuáles son ahora sus anhelos?
JD: Espero poder seguir teniendo la cabeza para poder plasmar mi mundo interior.