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Instalado temporariamente en el céntrico Palacio de Correo, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, lejos de permanecer inactivo, inaugura su temporada con una exposición antológica de Yuyo Noé, una muestra de Ernesto Ballesteros, una instalación de Leopoldo Estol, un video de los 70 de Eduardo Costa y parte de la Colección Pirovano. |
Instalado temporariamente en el céntrico Palacio de Correo, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, lejos de permanecer inactivo, inaugura su temporada con una exposición antológica de Yuyo Noé, una muestra de Ernesto Ballesteros, una instalación de Leopoldo Estol, un video de los 70 de Eduardo Costa y parte de la Colección Pirovano. Y es que el lugar, o mejor dicho el no lugar, nunca fue un problema para este museo. Creado de 1956 por el crítico de arte Rafael Squirru y con el claro objetivo de dar visibilidad y legitimar las producciones artísticas de las vanguardias de la época, el Museo de Arte Moderno en sus primeros años tuvo la audacia de funcionar de manera nómada en distintos espacios de prestigio como el Museo Sivori, las galerías Peuser, Van Riel, Rubbers, Witcomb y Lirolay. Incluso, su muestra inaugural reflejó este espíritu innovador, la "Exposición Flotante de 50 artistas argentinos", realizada en el Buque Yapeyú, recorrió veinte ciudades alrededor del mundo. Museo Fantasma Estos primeros años se caracterizaron por exposiciones que hicieron historia: la primera individual de Polesello en Peuser, la "Exposición de escultura moderna y extranjera", de la que participan Badii, Sabelli, Curatella Manes y Blaszko, entre otros; la significativa muestra del "Movimiento Informalista" en el Sívori, que rescata nombres como Kemble, Greco, Wells, Pucciarelli y Maza. La exposición de "Arte Generativo" basada en la recuperación de la geometría propuesta por Mac Entyre y Vidal, la individual de Antonio Berni y la muestra de "Cuatro escultores Madí" con obras de Kosice, Linenberg, Sabelli y Stimm en Galería H. Todo esto, sumado al importantísimo crecimiento patrimonial impulsado por una sólida política de adquisiciones y donaciones llevada adelante por sus directores, allanan el camino para dejar de ser un "Museo Fantasma" y en 1960, bajo la presidencia de Arturo Frondizi, se instala en la sede del Teatro General San Martín. Del San Martín a San Telmo
Siguieron años en los que el MAM se ocupó de posicionar nuestros artistas dentro del panorama mundial de la producción plástica contemporánea con muestras en Perú, México, Chile, incluso Japón, Escocia e Inglaterra. Premios, conferencias y publicaciones alimentaron incansablemente esta usina. Los tempranos 70 se caracterizaron por un acercamiento a innovadores lenguajes y disciplinas. Nuevos vínculos comenzaron a ser aceptados: arte y ciencia, arte y función poblando sus salas con nombres como Grippo, Le Parc, Kosice, Davite; muestras de diseño industrial y artistas paradigmáticos del Conceptualismo y el Minimalismo como Christo, Richard Serra, David Lamelas, Lea Lublin, Luis Benedit y Clorindo Testa. Caminante no hay camino
Formada en Filosofía y Letras, Laura Buccellato, aprendió de gestión cuando, muy joven se hizo cargo de la empresa familiar con 700 obreros metalúrgicos. Hoy le dedica tiempo completo al museo. Aprovechó estos meses para realizar tareas internas indispensables -que no se hicieron en 50 años- como es la catalogación y digitalización del patrimonio. Su objetivo siempre fue darle al MAMbA un perfil definido. "Un museo de arte moderno es y debe ser un espacio que estimule la reflexión, un laboratorio de ideas por imágenes", sostiene la directora, "a través de distintos cruces de las artes, con artistas jóvenes o bien, haciendo una mirada distinta en la obra de un artista consagrado". Este es el caso de la muestra de Yuyo; Noé en línea que tiene como foco el trazo del artista: "exhibiremos más de 250 obras realizadas con lápiz, pluma, pincel o, incluso, con su dedo." |