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Contemplar las pinturas de Silvina Benguria en la Galería Rubbers estimula una agradable reflexión teñida de sentimientos. Allí se observa la obra de una artista que alcanzó una sabia madurez en su trayectoria plástica con su personal forma de expresarse. |
Contemplar las pinturas de Silvina Benguria en la Galería Rubbers estimula una agradable reflexión teñida de sentimientos. Allí se observa la obra de una artista que alcanzó una sabia madurez en su trayectoria plástica con su personal forma de expresarse. No buscó resultados originales, sino que eligió el camino más arduo, permanecer en una búsqueda que es característica de su imagen. Una y otra vez reitera el tema que en cada cuadro se vuelve diferente. Mantiene una forma como módulo de una imagen mínima pero varía el contenido, obteniendo de la reiteración una exclusiva valoración de la paleta. Su pincel se llena de ideas y el color de sensibilidad. Por momentos un cuadro trabajado en una cálida tonalidad se colma de luz, pero en el siguiente, una media luz amenaza aquella idílica felicidad. Cada obra se convierte en comunicación de un instante de vida. Si bien reconocemos las proas de naves, su resolución es tan refinada que pueden convertirse en macro corazones. El ojo de buey es luna por el cual se espía una inquietante nocturnidad. La sucesión de cilindros se transforman en chimeneas y las bandas horizontales en banderas. Silvina Benguria alimenta su pintura con lo que es y lo que podría ser, y es el contemplador quien se nutre de ese estímulo para dar vuelo a la imaginación. Cerró en Galería Rubbers, Av. Alvear 1595. |