¿Por qué una serie de retratos fotográficos pueden ser enmarcados bajo el tí­tulo de "Paisaje"? En cierta medida, Eduardo Gil instala dicha pregunta a partir de la muestra que se exhibe en el Centro Cultural Recoleta, y que forma parte de las actividades del Festival de la Luz.
Su trabajo muestra primeros planos en donde los retratados están con los ojos cerrados y con el torso desnudo, casi dispuestos a una búsqueda interior, la cual no necesariamente puede ser descifrada por el espectador.
Ese paisaje interno, que aparece oculto detrás de los párpados del modelo (¿pueden ser los ojos el espejo del alma?), ese mundo inaccesible, es el que tensiona el propio concepto de retrato puesto en relación con el de paisaje. Allí­ donde se supone que la semejanza pone al descubierto el propio objeto registrado, Gil parece señalarnos que en una imagen lo que se ve es, en todo caso, lo que no está, lo elidido.
Paradoja de la representación, sustituir la aparición por la apariencia y, en definitiva, remitirnos más bien a un universo simbólico codificado por el artista pero nunca totalmente apresado por el espectador.

Hasta el 3 de septiembre en la sala C del CC Recoleta, Juní­n 1930.