Nota publicada online
Augusto Zanela es un artista completo, investigador incansable, docente y curador. Su producción artística se centra sobre procesos ópticos de formación de imagen (proyección - reflexión – refracción) aplicados a fotografía, videos e instalaciones; experimenta constantemente con nuevos medios.
Desde Arte Online compartimos sus reflexiones en estos tiempos de introspección obligada.
"Lo que más estoy disfrutando de la cuarentena es todo aquello relacionado con el retiro creativo, una especie de revival de mis años de estudiante de arquitectura en épocas de entregas y finales. Puedo concentrarme en mis intereses sin interrupciones y sin tener que trasladarme, el esquema de administración del tiempo se modificó por completo.
El encierro, para la producción intelectual, rinde mucho: habilita la posibilidad de retomar viejos proyectos, de trabajar en otros formatos a los habituales, de concentrarse para estudiar e investigar, todas instancias que como docente aliento en mis clases para tratar de salir de los formatos convencionales en nuestra forma de hacer las cosas. Siento que cobró mucho sentido una consigna que comparto desde hace tiempo: pensarse para construirse. La forma dramática en que se vio afectado el sistema económico de la cultura nos obliga a pensar una vez más hacia donde orientarnos, como artista conozco el trabajo en solitario, también estoy entrenado en producir con lo que tengo a mano, aprendí a asumir la responsabilidad de llevar adelante mis proyectos y esforzarme en concretarlos para poder avanzar, y ya realicé varias veces el ejercicio de reinventarme, por lo que diría que me encuentro preparado, al igual que muchos colegas, para afrontar el incierto panorama que se avecina, aunque esta vez se avizoran muy pocas oportunidades en el horizonte inmediato. Estoy muy atento a lo que está pasando, y en discusión permanente con un nutrido grupo de personas analizando escenarios futuros. Comencé este año una maestría en industrias culturales y todo el ecosistema del ámbito cultural y artístico durante y después de la cuarentena es un interesantísimo objeto de análisis. En definitiva, creo que es un momento único para pensar cómo queremos que nos encuentre la salida del confinamiento y el momento en el que vuelva a ponerse en marcha la producción cultural más allá de lo que cada uno haga por su cuenta, y del actual intento desesperado de supervivencia en las redes. A eso dedico bastante tiempo de la cuarentena obligatoria.
Sucedieron cosas significativas en esta modalidad de trabajo indoor, por ejemplo, a partir de la revisión de mi archivo, volví sobre ciertas obras, propias y ajenas, con otra percepción, advirtiendo que cobran nuevos sentidos en la actualidad y que, en ciertos aspectos, adquieren una relevancia distinta a la que tuvieron en su momento, una especie de aumento de espesor conceptual impulsado por el contexto actual, develando un carácter anticipatorio que latía en muchas de ellas. En ese sentido, la situación que estamos atravesando abrió un nuevo abanico de posibilidades desde las que abordar el complejísimo sistema cultural en el que estamos sumergidos desde hace bastante tiempo.
El cuerpo como imagen, el ojo como pantalla.
Definitivamente nos convertimos en nuestra imagen técnica.
Como la mayoría de mis instalaciones son de sitio específico no suelo trabajar en casa, en estos momentos extraño esos proyectos que llevo adelante en otras locaciones, algunas en la naturaleza, y que requieren trabajo físico. También extraño trabajar con gente, en equipo, el debate mientras produzco una obra, el proceso colaborativo desde la idea a la concreción. Me hubiera encantado que la cuarentena me encuentre en mi casa-taller en Punta Indio.
Tomo algunas estrategias en relación con la conectividad porque soy muy proclive a distraerme y a desviar fácilmente mi atención. Aumentó significativamente mi tiempo de pantalla –en detrimento del trabajo manual, que se vio complicado por varias razones, entre ellas, por no poder ir al taller-, entonces suelo hacer trabajo en modo avión durante el día, desconectando de internet la computadora en la estoy trabajando. También volví a instalarme en la tranquilidad de la trasnoche, que me permite concentrarme, y por otra parte es el momento donde internet anda más o menos bien.
El confinamiento me encontró trabajando en LUZYFUERZA, una exposición con artistas de la luz para UADE Art, que se iba a inaugurar en abril, pero como no llegamos a realizar el montaje, nos avocamos a planificar la difusión de la muestra y de las actividades que desarrollaremos durante los dos meses que durará. Pude retomar la revisión de mi archivo personal, estoy trabajando desde hace tiempo en la edición de obras para un libro que reúne más de veinte años de trabajo artístico, sobre todo las Anamorfías, y como se trata de un trabajo muy complejo y tedioso, este momento se presenta ideal para avanzar con eso. Volví a generar contenido para mis redes sociales, que hace mucho había abandonado por lo poco interesante que se habían vuelto. Reconozco que durante la cuarentena todo pasa por internet, así que volví a producir contenido on line: empecé a postear en mi Instagram @menudeimagenes, que estaba inactivo; retomé mi proyecto Ruta 36, la ruta natural, un podcast con música y poesía, convocando a amigues poetas a hacer lecturas por whatsapp para participar en los episodios de cuarentena [link aquí]; volví a publicar en la bitácora de El seto al fondo del jardín, el proyecto familiar de naturalismo, arte y arquitectura, un poco porque extraño el trabajo en la naturaleza [link aquí]. También pudimos aprovechar el tiempo ayudando, colaborando, aportando algo en el entramado social. Estuve trabajando en la generación de contenidos para la Radio Comunitaria de Punta Indio, y para el Proyecto Solaris, el taller de imagen que venimos desarrollando desde 2017, dirigido a jóvenes de las villas en proceso de urbanización [@ProyectoSolaris]. Participamos en familia en un proyecto solidario gestionado en la MAE/Untref, de la que soy profesor, colaborando en la impresión 3D y armado de máscaras protectoras para hospitales. Y seguí con las clases y talleres en modalidad virtual, orientando el contenido a un tipo de producción que dé cuenta de este momento tan particular que estamos viviendo." Augusto Zanela, Mayo 2020