Nota publicada online
Fundación Andreani propone una muestra de alto impacto:"Los ojos desiertos" de Gabriela Golder, un proyecto de investigación iniciado en 2019, a partir de los enfrentamientos violentos que tuvieron lugar en Chile, donde cientos de manifestantes sufrieron lesiones oculares.
Cuando el corpus de una artista conserva el pensamiento crítico a lo largo del tiempo, su ESTILO conspira contra lo que está de moda como “lo correcto”. Corroe los límites que separan la realidad de la ficción. Tensa las prácticas artísticas. Modula imágenes crudas con otras melancólicas para no herir la sensibilidad de los espectadores.
En estos casos, las obras, y también las exposiciones, operan como dispositivos de contra-información. Esta muestra es tecnológica y de arte-político. Por esta razón, procura llegar a lo más profundo de la conciencia humana a través de una reiteración del mismo tema en tres obras de las cuales dos emplean tecnología actual y otra al grabado.
Desde hace muchos años, Gabriela Golder da a conocer su trabajo en Argentina y el exterior y cuenta con varios reconocimientos por crear en una vía artístico-crítica de forma sostenida y coherente. El 2 de agosto inauguró el Premio Arthaus de Artes Electrónicas 2022, en el Museo Nacional de Bellas Artes, con una obra de su autoría premiada.
La exhibición internacional Los ojos desiertos se encuentra en itinerancia por distintos países. Se albergó en la Bienal de Sharjah en los Emiratos Árabes, estará abierta hasta octubre en la Fundación Andreani de Buenos Aires, y seguirá su trayecto por Fragmentos, Espacio de Arte y Memoria, del Museo Nacional de Colombia. Su discurso puede ser entendido en distintos lugares que viven las mismas realidades. La experiencia del visitante transcurre en tres instancias de lectura, escucha y visualización muy exigentes, y podrían interpretarse del siguiente modo, si se analiza desde la obra de menor complejidad hacia la de mayor:
La lectura de doce textos cortos y grabados en cemento que dicen secuestrar los ojos, borrar los ojos, arrancar los ojos, quitar los ojos, mutilar los ojos, etcétera. De los ojos que se mueven amparados por su furia (2023) conforma un políptico con apariencia de memorial y, al mismo tiempo, es como un inventario, glosario, o punteo de “acciones violentas contra los ojos”.
La escucha de las voces de cuatro locutores que relatan en español, francés e inglés, y de manera neutra –como sucede en los noticieros-, la información acerca de las víctimas de la violencia de la fuerzas de seguridad en estallidos sociales y manifestaciones de protesta. Desde el campo de batalla (2023) es una video-instalación de cuatro monitores verticales. Por su deliberada ubicación en la esquina de la segunda sala de la planta baja, la obra comprime al público y no le deja escapatoria. El espectador se halla instado a saber lo que ocurre y debe colocarse los auriculares para oír los relatos; porque es de vital importancia que las voces no se mezclen y la audiencia conozca datos reales.
La visualización de Los ojos desiertos (2023), que es una mega video instalación diseñada para aprovechar la magnitud de la sala principal. Esta proyección se compone por la alternancia de versos cantados; registros audiovisuales de violencia de fuerzas de seguridad en manifestaciones sociales; retratos de víctimas; un acto perfomático que recrea en cámara lenta la represión de una revuelta popular; y la filmación del paisaje de un cráter en Neuquén (ARG).
Los saltos de montaje bien calculados pasan de la filmación bucólica del cráter a planos medios cortos, y primeros planos, de personas con mutilaciones evidentes en sus ojos. No hay nombres ni lugares. Es un problema global. El sentido político se acrecienta paulatinamente. Irrumpe una selección de imágenes de archivo con escenas de violencia ejercida por distintas fuerzas de seguridad de varias partes del mundo que disparan directo a los ojos. La banda sonora acompaña de forma implacable. Por momentos el ritmo del montaje se intensifica, los planos se replican en dos y tres pantallas, los hechos se magnifican y toman la escala de la vivencia real del suceso. El visitante puede sentirse adentro de la escena porque los tres proyectores conforman una única pantalla que, de acuerdo a la edición, pueden reproducir una sola imagen, dos al dividir el ancho de las tres pantallas en dos partes, y tres pantallas en sí mismas.
La maestría de Golder yace en repetir una misma imagen, amplificarla de una pantalla a dos y luego a tres, emular la velocidad de un disparo verdadero en esa reiteración, incrementar o disminuir el ritmo de la edición, acertar un golpe/corte efectista en cada cambio de escenario/país, e intercalar una pantalla en negro –a modo de pausa- para permitirle al visitante respirar por un instante.
Frente a una artista que sabe explotar el lenguaje cinematográfico al máximo, la muestra constituye un relato con una épica particular de los eventos globales que le preocupan. La exposición y su diseño están planteados de modo que “la experiencia estética e intelectual” a la que se refería José Roca (2012) apunte a “proporcionar recursos que incrementen la potencia del pensamiento”, de acuerdo con Didi-Huberman (2010), por lo que, sin lugar a dudas, toda la exhibición se transforma en una insistente denuncia.
En el contexto actual, que ya podríamos empezar a definir como distópico, donde habita cómodamente la naturalización de la violencia explícita en la calle, los medios masivos y las redes sociales, Los ojos desiertos es una toma de posición artístico-crítica sobre la mutilación deliberada de los ojos. Este tema lamentable para la humanidad tiene una larga data y se pueden encontrar otras referencias en los Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología. Pero, sin ir más lejos, en la historia de la Inquisición. El asunto es que no permitamos, de ninguna manera, la vuelta de estos métodos atroces que parecerían ser política de estado en algunos países.
Por último, importa mencionar que espacios privados como la Fundación Andreani promuevan obras que requieren de equipamiento tecnológico de alta calidad para su mostración, algo poco frecuente en la Argentina actual. De esta manera, colaboran con la conformación de una nueva escena para las “mega video instalaciones” bien realizadas. En esta ocasión, Andreani reivindica el poderío de la gran escala de la pantalla cinematográfica y la oscuridad intimista propia de la sala de cine de la que hablaba Roland Barthes; y la artista logra el impacto que demanda su obra. Un gran acierto de Golder.
Actividades:
El 27 de agosto, en el marco de la Semana del Arte, habrá una visita guiada con presencia de la artista.
El 23 de septiembre la muestra permanecerá abierta en la Noche de los Museos.
La exposición podrá visitarse de miércoles a domingo de 11 a 18hs
Av. Pedro de Mendoza 1987 con entrada gratuita hasta octubre de 2023.