En tal sentido, una parte de las producciones artísticas generadas desde entonces sostienen como preocupación el desplazamiento del concepto de espectador hacia el de usuario o, más precisamente, hacia el de interactor. El interactor, entonces se asume como quien tiene la capacidad de intervenir en el devenir técnico de la obra y, con su accionar, logra introducir modificaciones en la misma que dan como resultante diversas apropiaciones que llegan, en algunos casos, a ser decisivas para que la obra acontezca en tanto tal.

Y es en este contexto dentro del cual se inscribe, conceptualmente, la muestra Infinito Paisaje, curada por Daniela Bousso, en donde se exhiben las obras de los artistas brasileños Katia Maciel y André Parente, en su mayoría instalaciones interactivas.

Ambos artistas comparten un extenso recorrido tanto en el campo de la docencia e investigación universitaria como en el artístico, en el cual plasman sus recorridos teóricos. Es así como, tal como señala Bousso “(…) la obra de ambos, tanto cuando es realizada a dúo como individualmente, está informada por la evolución del cine y del video, por la filosofía y la literatura, y orbita en torno de las relaciones entre espacio y paisaje, performance, identidad y diferencia y temporalidad extendida, entre otras.”

Pero, por otra parte, este sentido reflexivo que caracteriza sus obras es plasmado a partir de dispositivos cargados de un fuerte sentido lúdico que permiten una distendida inmersividad del receptor en sus propuestas. A modo de ejemplo, podemos mencionar las instalaciones interactivas Mantenga distancia (2004, Maciel) en donde la corporeidad del interactor se ve virtualmente amenazada o en Ondas (2006, Parente), donde el espectador experimenta la emergencia de un mar virtual. En tanto Circulado (2010, Parente), le propone la posibilidad de intervenir sobre la imagen y sonoridad del registro que muestran a un personaje danzando frenéticamente en círculos. Movimiento que replica la mano del interactor a partir de las exigencias del mecanismo de interacción.

En Visorama (2010, Parente), el espectador se relaciona con los contenidos de la obra a partir de un dispositivo que simula un binocular, el cual permite un recorte de la espacialidad expuesta, pero también de las posibilidades narrativas que la misma brinda. Por otra parte, Estereoscopia (2006, Parente) instala la ilusión de una apertura infinita de la imagen a partir de la expansión del dispositivo básico del universo audiovisual: campo-contracampo.

Lo cinematográfico expandido, en clave de deconstrucción de la linealidad cinematográfica, aparece nuevamente en otros dos trabajos interactivos: Um, nenhum, cem mil (2001-2011, Maciel) y Na arte, nada se perde, nada se cria, tudo se transforma (2007, Parente), ambos posibilitan al espectador encontrar caminos inauditos a partir de sus propias elecciones secuenciales, en tanto, deviene montajista de su propia obra.

Infinito Paisaje permite no sólo acercarnos al modo en que un género tradicional de las artes visuales ha expandido sus posibilidades con el advenimiento de las nuevas tecnologías y sus posibilidades de interacción, sino también aproximarnos a los modos en que, desde otros lugares de Latinoamérica, se experimenta esta convergencia.

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Info
Hasta el 11 de junio,
en Espacio Fundación Telefónica,
Arenales 1540