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sábado 7 de mayo, 2011
Madí Internacional
Madí Internacional

Una muestra en el Palais de Glace reúne obras de un conjunto de artistas de Argentina,
Brasil y Uruguay da cuenta de la vigencia del arte MADI y todos sus principios estéticos, éticos y filosóficos.

Frente a esta nueva muestra de arte MADI que agrupa a artistas de Argentina, Brasil y Uruguay, se hace imprescindible señalar que del movimiento nacido a mediados de la década de los cuarenta, sólo están presentes Arden Quin, Martín Blaszko y José Aguiar; los demás participantes pertenecen a nuevas generaciones que tanto aquí, como en Brasil y Uruguay, se integraron al movimiento MADI con plena aceptación de sus postulados.

Fieles a aquel ideario del arte geométrico, aunque extremando sus premisas, los artistas MADI concretaron la ruptura de la ortogonalidad del cua­dro -que perpetuaba el fantasma de fondo y figura en su nuevo esquema de núcleo y campo- para proponer el marco recortado. In­tro­dujeron así simultáneamente la objetividad antimetafísica -uno de los pos­tulados básicos del arte geométrico- al eliminar el campo para que viva nada más que el núcleo, y la rica variedad que advino al plano al mul­tiplicar sus posibilidades angulares. Ahora sí se cumplía cabalmente aquella sentencia del gran formalista ruso Víctor Sklovski, escrita alrededor de 1920; “Las obras de arte no son ventanas hacia otro mundo sino objetos”.

Las pinturas y esculturas que hoy se presentan son en su mayoría de artistas de la generación intermedia o de novísimas generaciones y permiten apreciar los efectos imponderables que advinieron al arte con el marco recortado. Salir de la ortogonalidad del cuadrado o del rectángulo tradicional de la pintura, permitió una libertad morfológica que significó un gran punto de partida para estos artistas -a los que podríamos bautizar como madi- que se lanzan a una inventiva sin precedentes. Siguiendo los criterios explicitados por MADI, trabajan con “polígonos regulares e irregulares en la invención de formas planas: triángulos, rombos, pentágonos, hexágonos individualizados o yuxtapuestos a los que también se suman los círculos”, tal como decía Arden Quin poco antes de su muerte. También es necesario tener en cuenta la presencia de las obras coplanares, las formas que se imbrican unas en otras y las perforaciones o apliques sobre el plano, a lo que hay que agregar una gran variedad de materiales no tradicionales en la solución de cada obra.

Y no se puede dejar de advertir en esta magnífica exposición, la enorme variedad de claves de color, que permiten pasar de la rotunda plenitud del blanco y negro o la delicada monocromía, a la deliberada puesta en obra de un contrastado o desmesurado uso del color. Todo hace pensar que los postulados MADI, más que configurar un dogma, permiten el desarrollo de cada integrante para desplegar su propia inventiva dentro de la geometría y el marco recortado. Podríamos incluso agrupar a los artistas de la muestra según su temperamento como clásicos (siempre en busca del apoyo equilibrado), como barrocos (donde las formas son fruto de una inventiva en los límites de la geometría), como aquellos que todavía mantienen un concentrado diálogo con la geometría o como los que enarbolan un deliberado espíritu lúdico que nos invita a una serena alegría. En cualquiera de los casos estas obras siguen diciendo lo indecible, que es lo único que abre nuevas puertas de lo real.

(Texto curatorial de Raúl Santana)

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