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Integrada por 130 obras, la muestra homenaje al artista hispano argentino que se presenta en MUNTREF propone un viaje a través de sus grabados, pinturas, objetos y tintas, con motivo del reciente centenario de su nacimiento.
En algunos de los inmensos murales que dejó en la ciudad (hay más de 20, en distintos edificios públicos y privados), como el que se encuentra en el Teatro San Martín, y en el que aparece el origen del teatro recreado a través de un dinámico conjunto de actores, equilibristas, trapecistas y caballos; o en las ilustraciones de las páginas de algún libro de Kafka, José Hernández, Federico García Lorca o Rafael Alberti; o en las salas de algún museo o galería (durante el verano algunas de sus obras se exhibieron en muestras en el Borges y en el Sivori), las obras de Luis Seoane (Buenos Aires 1910–1979) se encuentran con sus espectadores en diversos espacios y en técnicas heterogéneas.
Sin embargo, por estos días, una selección amplia de sus trabajos se concentran en un único lugar: en Caseros. Y es que la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), ubicada al oeste del Gran Buenos Aires, eligió a este artista hispano-argentino muy presente en nuestra ciudad -aunque quizás no lo suficientemente recordado- para dar comienzo a su calendario anual de exposiciones de su museo.
¿Por qué Seoane? En principio, la muestra le rinde homenaje en el marco del centenario de su nacimiento. Pero además, “Seoane cumple en demasía con los requisitos que podríamos pedirle a alguien para que sea el centro de una exposición en esta universidad, porque no sólo fue una artista brillante, sino también fue un militante político, un hombre comprometido con su tiempo y con la República Española”, explicó Aníbal Jozami, rector de la institución, durante la inauguración de la muestra.
A través de una multiplicidad de técnicas como la pintura, el grabado, la xilografía, el xilocollage (técnica en la que fue pionero junto con Berni), el dibujo y el mural, Seoane, que repartió su vida entre sus dos patrias: Galicia, de donde tuvo que exiliarse por sus ideales republicanos, y Buenos Aires, la ciudad que lo acogió y donde vivió durante las agitadas décadas del 60 y el 70, representó sus pequeños mundos y fue testigo de la historia. “Como buen exponente de la modernidad de su tiempo, en Seoane la idea de arte y vida fue una ecuación indisoluble que sostuvo con vitalidad y pasión hasta el final de sus días”, explicó Laura Buccelatto, curadora de la muestra y directora del Museo de Arte Moderno, institución a la que pertenecen muchas de las obras expuestas.
Como obertura, la exposición plantea un recorrido por los trabajos del artista como ilustrador. En una serie de vitrinas, se exhiben dibujos y libros que evocan su legado en ese campo. En la misma sala, un video editado por alumnos de la universidad, resalta el trabajo del artista como muralista. “Me preocupé siempre de trabajar en la pared planos de color, de acentuar sus ritmos, sus contrastes, y sobre ellos fui fijando mi dibujo, mis signos”, señaló Seoane a propósito de sus murales.
La visita continúa en la sala principal, donde un conjunto de campesinas concentradas en una rítmica coreografía de trabajo recreadas en trazos esquemáticos y planos de intensos colores: rojo, naranja, violeta y azul, aparecen en una obra de grandes dimensiones en una pared blanca. A partir de allí, se suceden los mundos de este artista multifacético: el circo, los toros, los astros, los pescadores, los campesinos, los soles, las serpientes emplumadas, los pulpos y muchas otras criaturas, además de los retratos de célebres personajes como Paul Klee, Miguel Hernández y Antonio Machado.
“Pintor, muralista, grabador, ilustrador, poeta, periodista, animador cultural, académico y abogado, Seoane fue un humanista que en todas las áreas dejó su rastro de hombre políticamente comprometido, su entusiasmo, rigor y sentido de justicia”. Así lo define Laura Buccelatto, que además fue curadora de su primera muestra. Y recorrer sus múltiples facetas creativas es la propuesta de esta retrospectiva, que ofrece de manera didáctica, prolija y austera un encuentro grato y exhaustivo con la obra de un artista, para no olvidar.
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Un artista libertario
El siglo que acaba de concluir nos dio artistas notables que atravesaron momentos trágicos y maravillosos, les toco ser testigos de los mayores cambios y logros que la humanidad no había tenido a lo largo de su historia en tan sólo dos generaciones. En nuestro país tuvimos artistas que fueron parte de ese proceso, de metamorfosis, y Luis Seoane es uno de ellos.
La desconcertante fertilidad de nuestra época prefiere a veces olvidarlos, pero felizmente hay muestras que los traen a la luz, como la de Seoane que se presenta en la Universidad Tres de Febrero, en San Martín, que lo resignifica ante nuestros ojos, en la misma circunstancia en la que vivió: en la frontera (como tal vez Borges diría) de la ciudad, por que Seoane fue un artista de fronteras artísticas, políticas e ideológicas. Fue parte de esos artistas que nuestra generación eligió olvidar como una parte necesaria y formal que alguien tuvo que ocupar.
Hoy, que disponemos de múltiples medios de difusión de las ideas, redes sociales e incontables fuentes visuales y de información a través de Internet, el grabado con su primitiva y, al mismo tiempo, sofisticada técnica de estampa a base de paciencia nos parece tan lejana como fuera de cualquier posibilidad de imaginarla como una forma del arte militante.
Para alguien como Seoane, involucrado en la causa Republicana en tiempos de la España Fascista de Franco parece natural o lógico que utilizara el grabado como técnica para desarrollar su experimentación formal. Eran tiempos donde los artistas en vez de tener un perfil de facebook o su flikr, webs o blogs, participaban de movimientos estudiantiles, ilustraban libros, revistas y pasquines estudiantiles, editaban publicaciones de poesía o de divulgación cultural o realizaban escenografías, escribían poemas y obras teatrales, realizaban murales en teatros y edificios de departamentos.
Artista era también en ese entonces una palabra para denominar o definir espíritus solidarios que creían en una cosmovisión libertaria de la vida y en que el arte formaba parte de la vida cotidiana, hoy inundados por la cultura visual desbordante y voraz, donde lo que no explota o nos impacta, o no podemos ver en 3D pareciera no satisfacer nuestra demanda a los sentidos, vemos la bidimensionalidad casi monocromática de esos grabados y la grafica planimetría de sus pinturas como una maquina de la cual ignoramos sus insospechadas funciones, una tecnología plástica que ya pocos conocen o leen, y una técnica de la época heroica del arte!, pero es conociendo a estos artistas y utilizando la mitad de los recursos de que disponían en aquel entonces que podemos imaginar para este nuevo siglo una reinterpretación de la palabra “artista”, utilizando todas nuestras herramientas en un compromiso activo y solidario con nuestras convicciones mas íntimas, algo que será cada vez mas difícil de encontrar en un futuro no muy lejano.
Leonel Luna
Artista plástico y docente
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Info
Hasta el 31 de abril
Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero,
Valentín Gómez 4838, Caseros frente a estación