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Se presenta en el MAT una muestra conjunta de Alfredo Hlito y Miguel Ocampo, figuras principales del arte concreto y la abstracción geométrica en la Argentina, cuya obra llena un espacio de privilegio en el panorama artístico de la segunda mitad del siglo pasado.
Alfredo Hlito (1923-1993) es un nombre insoslayable asociado a Arte Concreto-Invención, movimiento vanguardista de nuestra historia del arte. Junto al poeta Edgar Bayley y Tomás Maldonado escribió con meridiana claridad acerca del proceso del Concretismo.
Según señaló Hlito en un artículo sobre “El Arte Concreto” (Revista de la Universidad de La Plata, 1958): “Cuando trabajo no opero con conceptos sino con imágenes sensibles, cuando pinto no tengo necesidad de pensar en que estoy haciendo arte concreto…”. Este hecho es comprobable, cuando se recorren obras tempranas como Sin Título (1962) o Tema Central (1973), o las enigmáticas Efigies de los 80, que desarrolló hasta principios de los 90. En estas obras, se pueden observar las vibraciones de la pincelada, la levedad del trazo, hasta el rigor de ciertas formas que cobran humanidad y que se dirigen al contemplador para provocarle algún sentimiento asociado con un ser superior.
Importante también resulta la selección de obras de Miguel Ocampo (1922) que integran esta doble propuesta. Un texto del ya mencionado escritor Rodolfo Alonso con motivo de la retrospectiva realizada en 1997 se refiere a que “sin estridencias, pero también sin dogmatismos, naturalmente ajenos a su ser, este artista supo dejarse vivir en la pintura, ser en la pintura, ser pintura”. Cuando se refiere a dogmatismos, cabe recordar sus años compartidos con los artistas concretos para finalmente apartarse, ya que no podía aceptar los severos postulados del movimiento.
Las obras permiten releer diferentes periodos, el concreto de comienzos de los 50, el de Roma en el que lo geométrico se transforma y aparece la atmósfera particular dada por la vibración del color y la ondulación de la forma. La luz y la línea ondulada marcan el período neoyorkino precedido por el de París, una versión paisajística de carácter informalista, pero a la Ocampo, un dejarse llevar, sin arrebatos. Hacia mediados de los 70 pinta una serie en la que se “ven” fragmentos de figuras cargadas de erotismo. Aquí se exhibe El Beso, un tributo a Bronzino.
Aparecen también las abstracciones que se transforman en pampas y de allí hasta hoy, una sublimación del paisaje que lo rodea en La Cumbre, su refugio.
Niko Gulland, curadora de la muestra, eligió a estos artistas por su rigor estético, su rigor ante la vida y la calidad de una obra trascendente. Como resultado, la conjunción Hlito-Ocampo, ofrece una obra sobresaliente que puede mirarse una y otra vez.
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Info
Hasta el 17 de octubre
Museo de Arte Tigre (MAT), Paseo Victorica 972, Tigre