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Asistir a una exhibición de la obra del destacado escultor argentino Juan Carlos Distéfano (Tapiales, Pcia. de Buenos Aires, 1933) siempre resulta ser una experiencia impactante y conmovedora. Desde el 3 de junio y hasta el 24 de julio la Fundación OSDE ofrece una exhibición de casi ochenta obras de este singular artista.
La muestra ––curada por la historiadora y crítica de arte María Teresa Constantin–– cronológicamente abarca cincuenta años en la producción del artista. Un recorrido que va desde una de sus primeras obras, una pequeña pintura, un desnudo femenino, en témpera y pastel sobre cartón (1958) hasta su última escultura: La Urpila (2010), realizada en homenaje al pintor santiagueño Ramón Gómez Cornet. La Urpila es una niña cartonera que arrastra un carro que contiene, entre otros elementos, a su perro y una réplica de nuestro obelisco. El grupo escultórico se apoya sobre una base transparente de monedas argentinas de distintos períodos que alude al despilfarro llevado a cabo en nuestro país y que ha sido causa de la condena de miles de niños al abandono, la miseria y la falta de educación.
Formado en las artes gráficas y la plástica; el primer tramo de la trayectoria de Distéfano como artista está dedicado a la pintura. A partir de 1960 formó parte del Departamento de Diseño Gráfico del Instituto Di Tella en el que trabajó hasta su cierre. En 1976 abandonó su actividad de diseñador gráfico para dedicarse íntegramente al arte, pero no ya a la pintura sino a la escultura que realiza con los nuevos materiales que le provee la industria. Su particular técnica incluye poliéster reforzado y lana de vidrio coloreados con esmalte epoxi a los que agrega, en ocasiones, elementos diversos. La temática de la obra de Distéfano gira en torno al cuerpo y a la violencia. Seres humanos agobiados, torturados y retorcidos, sometidos por el autoritarismo y el salvajismo no sólo de la dictadura militar, sino también de aquel que proviene de la indiferencia de los políticos e, incluso, de la misma sociedad incapaz de proteger a sus miembros.
La muestra si bien conserva un ordenamiento cronológico que no es estricto, está organizada temáticamente en cinco ítems. El primero de ellos se titula Color sobre volumen, destaca la importancia que adquiere el color en la escultura del artista. Aquí podemos apreciar el paso de la bidimensión de la pintura a la tridimensión de sus primeros relieves, entre ellos, Ranas en la cabeza (1966), Todos los días (1965) y Cabalgata (1966). Dentro de este grupo cabe destacar la presencia del tríptico Tres versiones (1966) que fuera presentado en la Bienal de San Pablo de 1967 provocando la censura de los organizadores por su fuerte carga erótica. Fue donado por el artista al Museo de la Solidaridad de Chile donde hoy se encuentra.
La sección Sanación y condena comprende el grupo de obras que dan testimonio de los años atroces de la Argentina: El mudo (1973, MNBA), Telaraña (1974/75) y Humo (1975/76). Allí encontramos obras más reciente como Por gracia recibida (1999), proyecto para un monumento en el Parque de la Memoria. El resto de las secciones comprenden obras relacionadas con otras preocupaciones temáticas como Inestabilidad del equilibrio, Lo social y Por amor a la pintura, una serie de homenajes a distintos artistas (Van Gogh, Cúnsolo, Gómez Cornet, Molinelli).
Una de las obras que merece especial mención es Kinderspelen. En memoria de Eliana Molinelli (2003/06). Este homenaje a la fallecida escultora mendocina impulsora del plan de desarme que propone fundir las armas para que sean transformadas en esculturas, consiste en un conjunto de 9 piezas con tres temas, cada uno repetido tres veces en blanco, negro y gris. El título remite a la obra de Pieter Brueghel Juego de niños (1560) donde son representados más de 80 juegos infantiles, en tanto que la obra de Distéfano remite a la violencia, la droga y el desamor con los que “juega” la infancia en el presente. Una exposición extraordinaria y sin concesiones.
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Más info
Hasta el 24 de julio
Fundación OSDE, Suipacha 658