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Hablemos del espacio, de nuestro propio espacio. ¿Cuál es el espacio mínimo que necesitamos para vivir?
Para Graciela Sacco (1956), artista rosarina de reconocida trayectoria internacional, ese espacio se resume en un metro cuadrado.
Pero no sólo como una cuestión de medida -el metro cuadrado es la unidad que mide el área en el Sistema Métrico Internacional- sino como una cuestión de espacio vital. Es ese espacio que nos pertenece, que nos conecta con nuestro propio yo y nos diferencia del otro. Un espacio que hoy, producto de la voraz contemporaneidad en la que vivimos, está en continuo movimiento, un área en dónde los limites se redefinen continuamente. Un espacio en el que el adentro se nutre del afuera y en el que lo que fue punto de llegada se convierte, un segundo más tarde, en punto de partida y así, sucesivamente.
Convocada por Fernando Farina para inaugurar Arte en la Torre, un programa de exposiciones de artistas contemporáneos pensado para la planta baja del edificio YPF ubicado en Puerto Madero, Graciela Sacco y, bajo el nombre de M2 (Metro Cuadrado), interviene el lugar con objetos, videos e instalaciones. Una obra conceptual que invita al diálogo y provoca una respuesta visceral en el público que la visita, aún cuando se trata de un público que no tiene necesariamente un contacto diario con el arte. Y éste es el verdadero desafío.
La primera obra a la que nos enfrentamos al atravesar el hall de la emblemática torre corporativa, es un inmenso cubo que flota en un espacio delimitado por rejas y que tiene grabados en sus paredes los precios del metro cuadrado en distintas ciudades del mundo. Esta obra es la materialización de la burbuja inmobiliaria que rige en el mundo y que se mueve por parámetros a veces incomprensibles. El cubo, como la burbuja inmobiliaria, sube o baja por los efectos de la temperatura ambiente. ¿Porqué un metro cuadrado en París equivale a 30 en La Paz?, se cuestiona Sacco.
Otro tema que gira en torno a la obra de esta artista que, desde 2004 no exponía en Buenos Aires, es el destierro. El destierro producido por los desplazamientos que se hacen, incluso, por alcanzar ese lugar que uno cree que le pertenece. Sacco captura ese continuo ir y venir, fotografiando pies anónimos a través de una escalera de vidrio de un aeropuerto y lo convierte en metáfora del hombre contemporáneo en permanente tránsito. Todo en la obra de Sacco es autorreferencial, incluso este metro cuadrado de destierro representado por cubos que se ubican a la manera de casita de naipes contra el ventanal del edificio y se funden con la ciudad.
Pero es la tercera obra la que provoca en el espectador un verdadero desconcierto y lo invita a sumergirse en el espacio infinito de sus cuestionamientos. A Graciela Sacco le interesa este juego conceptual y lo provoca con su obra. El vértigo de su propia vida, la induce a incorporar el video y el juego de espejos para representar el desafío que implica este permanente desplazamiento de los límites. El espectador se introduce en la médula de la propia torre, un espacio limitado de visión infinita, que es recorrido por anónimas sombras en busca, tal vez, de su propio metro cuadrado. Un agujero infinito que conecta el cielo con el centro de la tierra.
Comprometida con su tiempo, de espíritu inquieto, libre y sensible, jugando y experimentando, Graciela Sacco, desde la torre, nos induce a la búsqueda interior de nuestro espacio; ese lugar que continuamente desplaza fronteras y que necesitamos vivenciar como propio para reconocernos en el no-lugar del mundo que nos toca vivir.
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Más info
Hasta el 7 de mayo
Torre YPF, Macacha Güemes 515, Puerto Madero