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Un viaje del propio artista a la cueva de Altamira, de esto se trata la muestra de Remo Bianchedi en la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta. En ella reúne 325 obras, resultado de cuatro años de trabajo en absoluto silencio.
Decidido a aislarse de lo que lo devora y a conectarse con lo que lo alimenta, inicia en 2006 este viaje personal a la profundidad de su propia esencia, para lo que se instala en Cruz Chica, con las sierras cordobesas y un antiguo nogal como fieles testigos. Un cuerpo de obra que le hace recuperar el placer por el hacer. En esta travesía, José David, director de la Fundación Mundo Nuevo, es su cómplice y mecenas y lo alienta a producir la obra que más tarde se convierte en un libro diseñado por el mismo Bianchedi -en donde vuelca todas las referencias de su libreta de apuntes- y que se presentará en la Feria del libro de Frankfurt en el mes de octubre.
Comienzo con una nueva pintura. Pinto con pincel sobre tela (60 x 90 cm), el color es agua teñida. Pinto lo que no veo, pinto detrás de un vidrio. Represento por medio de figuras y colores; las figuras son geométricas o antropomórficas. Los colores son de una paleta más bien rioplatense. Soy un argentino invisible. (Lunes 29 de mayo)
La primera tela que pinta, luego de renunciar al mundo del arte, es una cabeza. Tal vez es alguien que piensa en lo que está por venir; tal vez es él mismo, al comienzo de este viaje. La paleta es baja y triste.
Con técnicas absolutamente tradicionales: temple, acuarela, lápiz y grafito, el artista recorre la historia del arte y toma algunos de sus íconos y los redefine. Sus pinturas dibujadas y sus dibujos pintados se convierten en instalaciones que relatan capítulos de la historia de la humanidad. Como la serie del Incendio en el Castillo de Immendorf, cuyos personajes son testigos silenciosos del trágico momento en que un comandante de la SS -ante la inminente llegada de los “bárbaros rusos” y después de hacer un prolijo inventario de la pinacoteca que perteneció a la Galería Moderna de Viena- la quema intencionalmente, destruyendo así el legado invalorable de obras de artistas como Gustav Klimt.
La pintura se pinta dentro de mí. Anoche soñé que era una pintura que estaba mirando el mundo. (Sábado 30 de septiembre)
Su imperioso deseo de dibujar las imágenes que se han dibujado dentro de él mismo, se materializa en El Regreso del Sr. Lafuente, un exquisito homenaje del artista a Marcel Duchamp; una serie en la que la figura se repite con imperceptibles cambios de postura y el que cambia es el paisaje que la rodea. En otra serie, la figura que se repite evoca al Joven aprendiz de Modigliani, que mira lo que el espectador no puede ver: mira la ausencia. Una y otra figura sólo se diferencian por el color que dibuja sus límites: el de la temprana mañana o la luz del atardecer.
Cada una de las series tiene un montaje diferente que obliga al espectador a caminar, a mirar hacia arriba, a detenerse, a agacharse y a girar; el calculado propósito es que su cuerpo produzca endorfinas. Bianchedi busca con este recurso que el espectador se emocione como él mismo se emocionó pintando. Lo que no advierte es que la emoción de este mágico viaje, ha quedado atrapada en cada una de estas telas. El arte es sanador y pintar la emoción le permite al artista ser libre, como lo revelan las dos obras que cierran la muestra. La paleta es elevada y vibrante.
Trabajo para ser feliz. (Miércoles 4 de febrero)
Bianchedi nos invita a realizar esta travesía, convertida en poesía visual, para explorar la historia del hombre y del arte, y nos pone contacto con lo más profundo del yo: nuestro yo único y libre. Porque, como nos advierte el propio artista: YO no es otro...
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Más info
Hasta el 11 de abril
CCRecoleta (Sala Cronopios), Junín 1930 , Recoleta