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El Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén exhibe en sus salones una muestra del artista plástico Manuel Espinosa.
La exposición, curada por la Profesora Nelly Perazzo y a cuya inauguración asistió la sobrina del artista, Ana Espinosa, trae memorias de momentos claves en la historia del arte de Argentina del siglo XX, como el nacimiento de la abstracción y la aparición de la Nueva Figuración, los nuevos lenguajes estéticos de los cuales surgirían muchos de los caminos que hoy se transitan en las artes plásticas nacionales.
Espinosa, al igual que sus otros compañeros de la Asociación Arte Concreto-Invención, como Iommi, Hlito, Maldonado o Lozza, una de cuyas obras se muestra en el hall del MNBA neuquino, fue protagonista de un tiempo de convulsiones y cambios dramáticos que perfilaron para siempre la cultura argentina. En esa encrucijada de los años 40, con el mundo aún en guerra, aquel único número de la revista Arturo establece las bases de lo que sería dado en llamar arte concreto, la autoridad casi científica de la línea y el plano, la absoluta potestad de la geometría sobre cualquier ilusión pictórica pasajera o engañosa.
Fue el gran quiebre, la ruptura con la tradición, con las estéticas que venían desde tiempos inmemoriales, desde los precursores, los clásicos y los impresionistas, una ruptura con el pasado y un cambio profundo del lenguaje estético usado hasta entonces.
Pero también fue quizás el intento por poner orden en el caos, delimitar con líneas, ángulos y planos cerrados la debacle de un mundo de posguerra que se venía abajo, de un esquema internacional que se caía a pedazos ante el advenimiento de un nuevo planeta, un nuevo poder dominado por la ciencia, el átomo y la comunicación.
La pureza de la geometría como rectora y maestra de un tiempo nuevo.
El mismo Espinosa reafirmó este compromiso de más de sesenta años con sus ideas y su estética. Poco antes de morir, sostuvo en un reportaje que, de continuar trabajando, sus obras serían “completamente geométricas” y que, probablemente, toda su vida “haya estado realizando la misma obra”.
El nombre de Manuel Espinosa se agrega ahora a los de otros talentosos mayores que alimentan este museo, como son el propio Lozza, León Ferrari, Luis Tomasello, Mario Roberto Álvarez y otros.
Creadores cuyas obras sostienen el andamiaje cultural del país como las vigas y columnas anclan un edificio a la tierra. Son ejemplo para las nuevas generaciones que requieren desesperadamente de modelos a imitar y no los encuentran, agregó.
En estos tiempos sin límites claros, algo difusos e inciertos, esta muestra de Manuel Espinosa permite recuperar la geometría, no sólo como un momento culminante en la historia del arte en Argentina, sino como un camino a seguir hacia el equilibrio del hombre y su mundo.
(Texto de Oscar Smoljan, Director del Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén)