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En octubre se cumplen 50 años de la primera exposición de este artista comprometido con el país y su arte, nacido en 1933 y lo festeja con un triple reconocimiento: es el invitado para representar a la Argentina en la 53º Bienal de Venecia, fue uno de los artistas homenajeados en arteBA y, en noviembre, inaugura una importante retrospectiva en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, curada por Franklin Pedrozo. 2009 es, sin dudas, el año de Noé.
" La Bienal de Venecia es el gran mito en el campo del arte. La primera vez que la visité fue hace treinta años", cuenta Yuyo Noé a pocos días de llegar a esta gran fiesta del arte, pero esta vez como artista invitado paraa representar nuestro a país. "Me invadió una inmensa emoción y se me llenaron los ojos de lágrimas cuando Fabián Lebenglik me lo comunicó"
" Fue la Bienal quien te eligió", le contestó el curador designado por la Dirección General de Asuntos Culturales de Cancillería Argentina. Y es que las bases propuestas por Daniel Birnbaum, curador general de la bienal, de origen sueco, son muy precisas: proximidad del proceso de producción, relación con artistas clave de otras generaciones y la exploración del dibujo y de la pintura.
" Para mi, lo más importante es que me eligieran por mi obra actual y, más aún, por mi obra futura ya que tuve que prepararla especialmente para el lugar. Sentí que me daban un cheque en blanco. Un voto de confianza, "comentó Yuyo entusiasmado.
El tamaño de la obra lo determinó Lebenglik teniendo en cuenta que el pabellón argentino está en el "Spazio Eventi" de la Librería Mondadori, a pocos pasos de la plaza San Marco, y que cuenta con una superficie expositiva de 300 metros cuadrados. Así fue como curador y artista aceptaron el desafío de crear dos grandes obras -de once metros cada una- enfrentadas entre sí.
" Como últimamente me estoy relacionando más con el dibujo y el detalle, el criterio de elaboración fue el de acumular fragmentos realizados en papel y montarlos sobre cinco grandes bastidores de 2,20 x 3 m para alcanzar el tamaño sugerido". A esta obra la llamó 'Nos estamos entendiendo', en ella aparece un ojo que mira al espectador. " Me encanta esa sensación de que la obra sea la que mira lo que la rodea".
La segunda obra se compone de formas irregulares, todas realizadas también en papel y montadas sobre elaboradísimos bastidores que respetan cada una de las formas. " En 'Estática velocidad', quise representar al mundo actual en el que todo ocurre tan rápidamente. Como la pintura es un arte estático, busqué pescar la realidad como cuando un fotógrafo deportivo congela el movimiento en el aire. En cada una de las quince formas irregulares hay un segundo inmortalizado de esa gran vorágine en la que vivimos.
En definitiva, la obra completa: Red o Net, es la percepción que tengo del mundo contemporáneo en el que, a pesar de lo globalizado que está, lo local y lo pequeño se afirma, como pequeñas islas, frente a lo anónimo y global. Es una obra que está en continuo movimiento, como el caos. Pero el caos de lo imprevisible, un concepto que tiene que ver con la transformación constante, con la creación y la creatividad que fluye.
Creo firmemente que hoy estamos frente a una gran crisis de imagen porque justamente estamos invadidos por miles de ellas y 'Red' es la imagen del mundo que necesitamos; una red que nos sostenga."
Para realizar esta monumental obra, Noé contó con la invalorable colaboración de Fabián Lopardo y su equipo de profesionales; con sus asistentes Elena Nieves y Cecilia Frankevich, con el espacio generosamente cedido por Gustavo Fernández en Central Park. Como el mismo Yuyo señaló: " sin ellos la obra hubiera sido otra".
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Arte al Día tuvo el privilegio, junto a unos pocos amigos en su mayoría artistas, de brindar con Yuyo Noé, frente a la obra -minutos antes de ser embalada- que en estos días esta instalada en Venecia para representarnos.
Aquí tres miradas que nos acercan el envío.
" El envío de Yuyo Noé a Venecia parece reexaminar las características de lo que tradicionalmente se define como "envío" en el sentido de que, lejos de seleccionar una serie de obras ya realizadas , o incluso de realizar meramente varias piezas ad hoc para instalarlas en un espacio dado, Noé se lanzó a elaborar un enorme lienzo de trece metros de largo por tres de alto, el cual se extenderá de manera casi exacta en tamaño en uno de los muros del espacio dado, al frente del cual, en una superficie mural equivalente, va a desplegar una suerte de puzzle de formas irregulares, que de algún modo comentan, contradicen y revisten la gramática del lienzo mayor. En este, una suerte de Summa Artis de toda la obra de Noé hasta el momento, puede corroborarse hasta qué punto la lógica pictórico - gráfica de este artista único y grandioso sigue explorando de manera explosivamente poética los conflictos y las confluencias de los territorios del lenguaje visual puro y la representación, generando una majestuosa orquestación estructural, cromática, conceptual y ensayística que, además, remite al espectador al candente tiempo presente de la pintura, un presente desde donde Yuyo Noé pinta con todo su bagaje de sabiduría y a la vez a la intemperie, como un amateur aficionado que es hablado por un saber pictórico que le es absolutamente propio, y que a su vez lo excede luminosamente, para producir una materia pictórica siempre nueva, implacable e irreductible"
Eduardo Stupia
Quiebres, choques y estallidos
" La obra que Noé presenta en la Biennale Di Venezia no se abarca con la mirada, y esto no se debe a sus imponentes dimensiones físicas. No se abarca desde las miradas impacientes, rápidas y curiosas que con un golpe de ojo todo quieren ver, comprender y gozar.
La obra de Noé es múltiples obras. El primer interrogante aparece a propósito de la indeterminación entre el plural y el singular, entre los fragmentos y la totalidad: ¿son o es? Las vastas regiones y los detalles minúsculos de su pintura son “causas” cuyas “consecuencias” están en manos del azar y la necesidad de quien las disfruta. Hay cambios de escala, inversiones del sentido, hay figuraciones que terminan siendo abstracciones y viceversa, hay gestos accidentales y rupturas premeditadas. Es el movimiento de nuestra mirada que modifica las formas sucesivas en simultáneas, que desdobla significados y despliega lo visible y lo oculto. Nada de esto se presenta instantáneamente, nada se abarca con un golpe de ojo porque estamos invadidos por una inquietante extrañeza que nos excede (“El exceso ilumina” escribió George Bataille).
La obra de Noé es exigente con quien la contempla e interpreta desde hace decenios. Nos hace emprender un viaje que lleva tiempo, un tránsito que impone lentitud, atención e intención. Sólo nuestros reiterados pasajes de ida y vuelta permiten que las formas aparezcan de lo informe, de lo que no tiene orillas ni fondo. Sólo dejándonos llevar por la superficie de su pintura aparecerá la profundidad."
Horacio Zabala
" Noé no tiene conflictos consigo mismo. De una vez por todas, él desembarcará en Venecia con piezas de dos géneros. Un gran cuadro de unos 3 metros de alto por 11 de ancho y una serie de pinturas desprendidas de lo rectangular para informes pensamientos alucinados, que estarán distribuidos de una manera estudiadamente desinteresada, en otra pared.
Cualquiera que conozca a Luís Felipe Noé, ve a un hombre de aspecto frágil, y cualquiera que conoce su arte descubre que maneja un poder muy Yuyo, suyo, una voz en múltiple escucha, una lectura en incontables posibilidades de color en esos el viajes en paralelo, en sus trazos como garras que rajan con dolor ajeno y propio, con angustia, desbordados.
Ese Noé que va a Italia se encuentra a sí mismo, como siempre, en su particular manera y en su genial derrame. Y así se y nos representa en la Bienal, y nos representa bien, y por eso me alegra que haya sido elegido para eso. ¡Salud, maestro!"
Julio Lavallén