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Es un acontecimiento para Córdoba la muestra de Gerhard Richter que puede verse actualmente en el Museo Genaro Pérez. Se trata de un detalle de la amplia y camaleónica obra del pintor alemán, quien es considerado uno de los artistas europeos más relevantes de la actualidad.
La muestra ofrece facetas de sus distintos períodos: desde la pintura fotográfica de los sesenta hasta las pinturas abstractas de los años 80 y 90.
En sus pinturas hechas sobre la base de fotografías, se puede apreciar el ojo certero de Richter para capturar cualidades pictóricas en una foto. Sus cuadros fotográficos buscan ese rasgo intemporal de la pintura clásica, conjugando sentido de la composición y del placer visual, a la vez que un conocimiento de la historia de la pintura. Los cuadros de su hija Betty o el de la pequeña bañista, retrato de su mujer saliendo de la ducha, que remite al cuadro La gran bañista de Ingres, son pequeñas obras maestras. Conciertan intimidad y erotismo en la captación de la imagen femenina, junto con algún efecto muy tenue que marca una distancia. En los paisajes fotográficos se advierte otro filón, un sentido del misterio de la naturaleza y del mundo.
En el grupo de retratos sociales, el artista abre interrogantes políticos a través del cuadro; no aporta respuestas a los conflictos, le deja al espectador la tarea de darle un sentido, de responder a su incomodidad. Un caso emblemático es su cuadro sobre el Tío Rudi, retrato de un tío muerto en la segunda guerra que aparece vestido con el uniforme del ejercito nazi, encuentro de lo privado y lo público, de los afectos familiares y el drama de un país.
En sus cuadros abstractos, Richter plantea un juego decisivo: todos ellos se titulan “pinturas abstractas”, con lo cual se inscribe en un género. Aquí juega con el soporte (tela, papel, vidrio, aluminio) y la incorporación del pigmento. En el plano de la imagen, parece que Richter buscara evocar paisajes o registros reales a través de la incorporación y sustracción del óleo. Es otro aspecto de su experimentación, bastante diferente de la búsqueda de pureza formal asociada a la abstracción. Para Richter, cada ensayo artístico es una forma de incorporar una imagen al mundo. Ha elegido no tener estilo e inventar procedimientos, nuevas formas de jugar.
Recorriendo la muestra, se confirma la impresión de que Richter es un artista clásico, un mago que está imbuido en el misterio de lo visible y se esfuerza por transmitirlo.