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Activa, creativa y pujante. Así es Porto Alegre, la populosa capital de Río Grande do Sul, que hoy aloja a uno de los museos y centro cultural más importantes de América Latina: la Fundación Iberé Camargo (FIC), protectora natural del legado de este maestro del expresionismo brasileño.
Ubicado a orillas del lago Guaíba, se levanta como una impoluta escultura blanca, el magnífico edificio de la Fundación proyectado por el arquitecto portugués Álvaro Siza. Una verdadera obra de arte por su arquitectura y su compleja ingeniería concebida para albergar la colección de más de 4.000 obras entre dibujos, pinturas, guaches y grabados del artista gaúcho.
Iberé Camargo, fue un reconocido artista brasilero, nacido en Restinga Seca, pequeña ciudad del interior del estado de Río Grande do Sul, hacia fines de 1914. Desde temprana edad descubrió en la pintura el verdadero sentido de su vida, y a ella se dedicó. Vivió en Río de Janeiro y estudió en Europa con Giorgio De Chirico, Petrucci, Achille y Lothe.
Al morir, en 1994, Doña María, su compañera, cómplice y amiga, formó una Fundación que lleva el nombre del artista y que hoy, con el apoyo de importantes empresas incentivadas por una atractiva ley de promoción cultural, lleva adelante un completo programa tendiente a generar cruces internacionales y lograr un mayor acercamiento a la obra del artista.
Dentro de este marco, María José Herrera, con una vasta experiencia en muestras de patrimonio de museos adquirida en el cargo que ocupa como jefa del departamento de investigación y curaduría del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires desde el 2000, fue invitada por la Fundación a realizar la primera curaduría internacional con obras del acervo.
Su primer contacto con la obra del artista lo tuvo en 1987 cuando el MNBA, recibió la Colección Roberto Marinho y, en agosto 2008, en el contexto de la inauguración de la FIC, dictó una conferencia comparando la obra de Iberé con la de Ernesto Deira, contemporáneo representante de la Neofiguración en Argentina.
Una mirada atenta sobre la obra de Iberé Camago
En esta oportunidad, Herrera invita al espectador a pasear por obras que reflejan la mirada del pintor hacia las formas, hacia el hombre y hacia la naturaleza, durante sus 50 años de producción artística, desde 1940 hasta 1994. “La exposición propone una interpretación visual que recorre la historia del arte, la voz del propio artista y la de sus críticos. Su persistencia lo muestra como un creador atento a las elecciones personales. En pleno auge de la llegada del concretismo, en los años de 1950, Iberê cambió su lenguaje rumbo a las antípodas del racionalismo abstracto, apostando a un lenguaje subjetivo, de gran carga existencial. La situación del hombre en el mundo fue su preocupación constante y se manifestó por diversas vías en sus pinturas, grabados y dibujos.”señala María José Herrera en el magnífico catálogo editado especialmente para la muestra.
El recorrido de este “Ensayo visual” se inicia con la última pintura Soledad (1994) obra que condensa su visión trágica y la fija en el momento existencial de la muerte inminente; una obra, inconclusa, que nunca se había expuesto en la Fundación. A través de esta experiencia, la curadora buscó acercarnos la voz, la imagen y la obra de Iberé Camargo; para ello seleccionó gran cantidad de fotos en blanco y negro cuyas leyendas explicativas son textos del propio Iberê, que nos permiten, a modo de relato cinematográfico, compartir su experiencia estética y momentos importantes de su vida. En una de ellas, el artista aparece pintando el famoso panel de Ginebra que el Gobierno de Brasil le regaló a la nueva Sede de la Organización Mundial de la Salud en 1966. Una obra de 7 x 7 metros y de la que se exponen sus bocetos en los que podemos observar elementos y formas que aparecen a menudo en su obra, como los carretes, y otras infrecuentes como los pájaros, donde se evidencia que se trata de una abstracción inspirada en la naturaleza.
En el núcleo que mira al hombre hay una interesante selección de autorretratos que, a modo de ejercicio de estilo, va desde lo académico para volcarse hacia un expresionismo claramente matérico y con una marcada preocupación por el paso del tiempo.
Finalmente, los paisajes seleccionados por María José Herrera permiten intuir cómo el artista llega a la abstracción. Se trata de escenas en las que Iberé conecta su interior con el exterior; aparecen paisajes dobles reflejados en el agua, desaparece de este modo el horizonte al tiempo que se va perdiendo el sentido de realidad.
Para cerrar la muestra, la curadora eligió ubicar dos de estos pequeños paisajes debajo de la única ventana rectangular del edificio que nos abre al magnífico paisaje que rodea a la Fundación: la magia del atardecer sobre la ciudad gaúcha a orillas del lago Guaíba, todo un ensayo visual.
La muestra, patrocinada por las empresas Gerdau, Itaú, Camargo Corrêa, Vonpar y De Lage Landen, podrá visitarse del 22 de marzo al 30 de agosto.
Artistas contemporáneos invitados por la Fundación
Coincidiendo con esta exposición, Jorge Macchi, fue invitado a participar del Programa Artista Invitado del Estudio de Grabado de la Fundación. Macchi trabajó durante una semana en el magnífico taller y la obra producida ya forma parte del acervo de la Fundación.
El Programa Educativo de la Fundación Iberê Camargo, destinado a educadores de todo Rio Grande do Sul, ofrece capacitación con el objetivo de promover más conocimiento y contacto del público escolar con el arte contemporáneo y el legado del pintor. En esta ocasión se organizó una conferencia con la curadora argentina y una charla con el artista visual argentino.