Un puente no aparece en forma espontánea, es una construcción humana, cultural y colectiva. Hubo un visionario que lo imaginó y muchas manos que lo construyeron. En el terreno del arte, la expresión más sublime del espíritu humano, el visionario es el artista que capta los sueños, esperanzas y deseos de su comunidad. El artista es un comunicador sensible e inquieto que logra, a través de su talento, hacernos ver más allá y tender puentes para que podamos alcanzar la otra orilla. Cuando el talento de uno o varios artistas se encauza en un trayecto común, ocurren cosas magníficas y se generan valiosas oportunidades. Oportunidades o puentes que ayudan a trascender de lo individual a lo colectivo.
Como en la pequeña comunidad de Chasicó dentro del partido de Tornquinst, provincia de Buenos Aires, que fue escenario de un encuentro del que participaron artistas y se organizó un concurso entre los 300 alumnos de la escuela. Aquella fue una maravillosa oportunidad de encuentro y disfrute de las obras presentadas y un estímulo para la formación de un semillero de futuros constructores de puentes. Para muchos de aquellos niños, ese día nació un nuevo interés en sus vidas.
Benito Roggio S.A., una pujante empresa cordobesa, cumplió cien años con el compromiso social de dar trabajo y crear riqueza. Para celebrarlo instituyó un importante concurso a las artes visuales convocando a artistas de todo el país. Por su parte, Deloitte cumplió sus primeros 100 años en Argentina, brindando servicios profesionales a otras empresas y festejó su centenario, con un magnífico libro que relata cómo llegamos a ser el país que somos y con un concurso de fotografía; una de las disciplinas con más crecimiento en los últimos tiempos, como quedó demostrado con la impresionante convocatoria que tuvo la reciente edición de Buenos Aires Photo.
Abrió sus puertas el Museo Fortabat, la concreción de un sueño de una empresaria que ayudó a construir la Argentina y, Fundación Proa inauguró sus nuevas salas, mostrando la preocupación de un connotado grupo empresario de estrechar su vínculo con la comunidad.
La segunda edición de Pinta vuelve a tender puentes entre la ciudad de Nueva York, sede del encuentro, y el arte contemporáneo latinoamericano, en un momento en que el mundo busca recuperar su ilusión.
Dicen que en cada extremo del puente del arco iris, hay un arcón con monedas de oro. Tender puentes es un camino seguro para sembrar y recolectar riquezas, sólo hay que saber buscarlas.