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Más de 100 piezas fabricadas entre 1875 y 1935 integran la colección de muñecas más grande de la Argentina, que puede verse en el museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco
Memorias de la infancia 1875-1935 es el nombre de la muestra que habita en silencio una sala del primer piso del Museo de Arte Hispanoamericano, Isaac Fernández Blanco; en una penumbra adecuada para la preservación de muchas miradas de cera que aún mantienen el espíritu que el artesano que las concibió les imprimiera. Trajeron hasta ahí sus gestos y sus miradas, que las hermanas María y Mabel Castellano Fotheringham preservaron por más de 40 años, formando la colección de muñecas antiguas más importante con la que cuentan nuestros museos. No hablan y no caminan, sin embargo han llegado hasta nuestros días para contarnos historias. Historias de modas, de infancias, de regalos, de gentes, de amor, de técnicas artesanales y de artistas hacedores de estas personitas de ceras, telas, papeles y porcelanas.
Ciento diecisiete muñecas y muñecos componen –hasta el momento- la colección permanente, donación de las hermanas Castellano. De alguna manera, esta muestra coloca al espectador en un lugar diferente al que se pacta tradicionalmente con un museo. Al visitar la muestra, el espectador se siente profunda y detenidamente observado. Parado ahí, uno no hace más que intentar devolver esas miradas y gestos.
Es imposible verla sin imaginar lo que sucede cuando uno no está. Es una historia de cuidados, de casas, de peinados, de vestuarios, de nombres propios olvidados. Es una colección de identidades y dedicación que llevó décadas de fervor coleccionista, de investigación, y de tratamientos restauradores.
Muñecas inglesas, rusas, americanas, y lo más representativo de la fabricación de muñecas alemanas y francesas forma parte de la colección, Armand Marseille, Jumeau, Bru, Steiner, Kammer & Reinhardt, Francois Gaultier y alguna rareza de Meissen, conviven, irreconocibles para el neófito que las mira de frente, ya que llevan en general las marcas grabadas en sus nucas de porcelana.
El descubrimiento alemán del secreto de la porcelana que guardaron los chinos durante miles de años y el conocido gusto de los franceses por la moda, lograron que, conjugando habilidades, el centro de Europa fuera el centro de la producción de juguetes en el siglo XIX. Alemania exportaba cabezas de porcelana a Francia para la confección de sus muñecas y ésta a su vez se comenzó a caracterizar el realismo de las miradas y la calidad de sus vestuarios.
En Kopperlsdorf, Alemania, las muñecas de Armand Marseille se fabricaban de a mil cabezas al día. Miles y miles de familias de Sonneberg y alrededores, vivían exclusivamente de la fabricación de las distintas partes del cuerpo de las muñecas, y las entregaban semanalmente a los encargados de las grandes fábricas que se encargaban de supervisar el producto. En las factorías se realizaban las cabezas, y una vez llegados, se ensamblaban todas las piezas. Llegaba el momento de la distribución, una a una, ninguna era igual, ya que a pesar de compartir mismos moldes, esas cabecitas se pintaban minuciosamente a mano con gran dedicación y cuidado.
El próximo destino de la colección será el Museo Casa Fernández Blanco, subsede dedicada a las artes aplicadas que estará en lo que fue la casa de Isaac Fernández Blanco, en Hipólito Yrigoyen 1418. Avanzados los trabajos de restauración, la donación de María y Mabel Castellano Fotheringham será la primera que se reciba allí. El haber resistido estoicamente numerosas ofertas del extranjero, le permite decir hoy a Mabel que esas muñecas, venidas de lejos, en el tiempo y la distancia, son tuyas, son mías, son nuestras.
Info
Museo de Arte Hispanoamericano, Isaac Fernández Blanco, Suipacha 1422