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“Es característica primordial, en el lenguaje de las artes visuales, el silencio donde la imagen habla sin palabras, sin sonidos en la resonancia de las formas y el color. …”
Con estas palabras de Torres Agüero, inaugura el catálogo de la exposición Geometría Sensible, integrada por una excepcional colección de pinturas, entre ellas, obras realizadas en Japón durante la década del ’60.
Leopoldo Torres Agüero es uno de los más destacados pintores geométricos de la Argentina. Nació en 1924 y murió en 1995 en París, mientras se desempeñaba como Embajador argentino ante la Unesco.
Inicialmente, su pintura reviste carácter figurativo, orientándose hacia la abstracción a partir de su primer viaje a Francia, en 1950. A principios de la década del 60, Torres Agüero vivió en Japón, donde se interesó en el budismo zen, una indagación espiritual que necesariamente se reflejaría en su pintura. En 1989 obtuvo el Premio Palanza y recibió la Condecoración “Caballero de Artes y Letras” otorgada por el gobierno de Francia.
Aquí reproducimos un texto de su autoría, en el que reflexiona sobre la cultura y, expresa la grandiosidad y sensibilidad del maestro.
Cultura (Texto de Leopoldo Torres Agüero)
“Paradójicamente, la grandeza viene del conocimiento de la humildad, del vacío, de la receptividad y la disponibilidad al servicio.
Hay una analogía entre la cultura y el árbol. Los dos tienen raíces, tronco, ramas, follaje, flor, fruto y semilla.
De la semilla repetición de los ciclos de desarrollo y crecimiento. Esta continuidad la encontramos en un antiguo poema japonés, compuesto por cinco ideogramas, que dice más o menos así: ‘‘El río va cantando al morir al mar’’.
Río como energía estructuradora de vía, camino, de dinámica del trazo, de movimiento o traslado generador, de la operatividad de lo blando contra lo duro, de la transformación de la contrariedad en complementariedad, complementariedad que sublima la pareja en la unicidad de la creación.
El agua desintegra las rocas y abre las compuertas del riesgo fertilizante.
Sus desbordes y acequias alimentarán cultivos, cultura, cosecha, economía.
Esta corriente de energía va cantando a morir al mar, porque en realidad su muerte es vida. Entra al mar desindividualizándose, en la totalidad desde donde se evaporará volviéndose nube, lluvia que bajará por las laderas de la montaña con destino al mar.
Así eternamente repetirá los ciclos sin principio ni fin.
Universalidad del Continuum.
La cultura reproduce las mismas corrientes que no mueren, que se reciclan, se auto corrigen, se actualizan y crean nuevas incógnitas. Incógnitas que serán los nuevos vacíos a llenar, sin las cargas de lo conocido, con la disponibilidad de participación, sin prejuicios al terreno de lo invisible.
Ese invisible aparece, se vuelve visible, cuando desaparece la contracción impuesta por querer entenderlo antes de vivirlo. Picasso lo explicita diciendo ‘‘yo puedo explicarle el cuadro. Pero le anticipo: si le explico mi pintura, entenderá la explicación, pero no a mi pintura. ’’
Se ha confundido cultura con espectáculo. Los espectáculos son una de las tantas vías de comunicación masiva de un programa cultural. El limitar la acción cultural a la programación de espectáculos masivos es creer que la cultura se reparte como obra de beneficencia social desde una secretaría.
Enseñar a ver y oír es la principal tarea a cumplir antes de ofrecer una comunicación a destinatarios sin receptores.
Las comunicaciones son provechosas en la medida de sincronización del emisor y del receptor.”
Acompañamos este pequeño homenaje con una cita de la artista Gabriela Aberastury, quien fue una de sus alumnas.
“Corría el año 1958 cuando a los 15 años conocí y entré al estudio de Leopoldo Torres Agüero. Nos recibió con su mirada feroz y tierna a la vez. Su aura de lobo salvaje contrarrestaba con su actitud bondadosa hacia el pequeño grupo de adolescentes que éramos. De Leopoldo me queda su amor hacia el color y la forma y el placer sensual por la línea”.
Info: Hasta el 4 de octubre
Galería Van Eyck, Av. Santa Fe 834