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La fluidez parece constituirse en signo de la contemporaneidad, quizá, fijada en el campo del pensamiento por la noción de “modernidad líquida” que desarrollara el sociólogo polaco Zygmunt Bauman.
Formas inestables y dinámicas que instalan una nueva “cultura de los flujos” caracterizada por un tiempo estallado, en donde pasado, presente y futuro parecen constituirse en indiscernibles.
Pero, específicamente, el agua es entendida como un bien preciado ante su inminente escasez, así como también su presencia en diversas culturas está vinculada, simbólicamente, a la generación de la vida.
De estas cuestiones se hace eco la experimentada curadora Graciela Taquini a la hora de establecer el eje curatorial de la exhibición. Su propuesta implicó el desarrollo de casi la totalidad de las obras, en pequeño y mediano formato y con elementos tecnológicos, en forma exclusiva para la muestra.
Allí podemos acercarnos a la inquietante propuesta de Marina González, “El cuarto árido”, en donde el agua es evocada por su ausencia cristalizada en un espacio desértico poblado de frágiles figuras. El backlight de Marta Ares, “Nadan” con reminiscencias formales de Joseph Albers, nos ubica en una territorialidad que yuxtapone conceptualidad y poética.
La videoinstalación ocupa un lugar de relevancia en la muestra de ello dan cuenta las propuestas de Margarita Bali con su mundo onírico-marino, la deconstrucción tecnológica en la obra de Paulino Estela, la necesaria reconstrucción de la memoria política argentina en “Yo veo” de Luis Campos y la tensión líquido-sólido o vida-muerte en la poética “Mi jardín de Daniela Muttis. “La antropología visual se fortalece, recuperando la poesía”, señala Taquini, en relación con “La colección” de Marina Rubino, obra que expone la condena de una comunidad wichi a consumir agua contaminada con arsénico.
El espacio lúdico, propio de las propuestas interactivas, aparece representado tanto en “Tensión superficial” de Crowe, Rusjan & Wloch, en ”Dios de agua” de Mariela Yeregui, asi como en la instalación sonora interactiva desplegada al aire libre por Luciano Azzigotti. Lectura que se puede hacer extensiva al objeto reactivo “Horizonte variable (mar)” de Martín Bonadeo.
En el ploteado de María Bedoian, “la presencia del contorno de un cactus cita la lucha por la supervivencia”, señala la curadora. La amenaza a lo natural y a la vida humana son asumidas, también, por la propuesta de Matías Tapia, “1N1”, el cual se apropia de la historia del arte (Kosice, Duchamp, Le Parc, Vitruvio y el pop) y la convierte en material disponible para la construcción de su objeto.
El cuerpo asume su vinculación con el agua a partir de una selección de videoperformances entre las que podemos destacar las obras de Julieta Anaut e Ignacio Laxalde, Paula Gaetano y Marta Cali.
La muestra se completa con una importante agenda de extensión cultural que comenzó con una charla de la curadora sobre las poéticas del agua y continuó con la presentación de Gyula Kosice, referente ineludible de la temática dentro del arte argentino. Dicha agenda se extenderá durante todo septiembre. Más información en www.objeto-a.com.ar
Info
Hasta el 27 de septiembre en objeto a,
Niceto Vega 5181