Este feliz gesto recuerda, en cierto modo, a las producciones de Torres García, L. Niveiro y L. Porter. Para su concreción se convocó a veintitrés artistas quienes, en su mayoría, trabajaron la obra especialmente para el evento. El recorrido por la exposición está plagado de sorpresas, en él el receptor puede interactuar física e intelectualmente con muchas de las propuestas mientras que, en el sector de las vitrinas, la exposición de juguetes de colecciones privadas nos permite sólo una experiencia visual.
Supo decir E. H. Gombrich que “(…) hay experiencias en las que tiene importancia el contexto de la acción, que crea las condiciones para la ilusión (…)” si tomamos este concepto y lo aplicamos a esta muestra podríamos afirmar que ellos se corresponden; todas y cada una de las piezas dan cuenta de la acción lúdica del autor a la vez que nos invitan a armar y desarmar la idea base a partir de la permisibilidad de la imaginación.
Destacan las propuestas de Eli Cárdenas Obreritos de la construcción, montaje de siluetas con transfer sobre un montículo de arena el cual puede ser desplegado por la sala mediante una piola y rueditas, así como la obra de Luciana Guiot Lo que hay en mi corazón, poética instalación. Por su parte Gabriel Chaile, con sus propuestas objetuales, R. Juárez y A. Contreras Moiraghi nos proponen muy buenas obras donde la cosidad de las piezas funciona como un disparador para la re-creación constante de la forma/objeto/situación. El montaje, muy flexible y lúdico, amerita pensar que las paredes y/o piso son parte de las piezas quebrando esa ´barrera física` que, en general, se impone entre obra- receptor. Con propuestas como estas, creo, el público, tan escaso hoy en nuestras salas, puede ser recuperado e incrementado. Muy buena. Hasta el 15 de Septiembre.