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Graciela Sacco expone su obra por el mundo entero, pero hacia bastante tiempo que no lo hacía en su ciudad de origen, por esta razón el Centro de Expresiones Contemporáneas de Rosario la invitó para que presentara un proyecto específico, de ahí la artista propone, con la curaduría de Roberto Echen, la video instalación titulada M2:T4.
Cuando uno ingresa en el espacio expositivo literalmente “tomado” por la artista lo que ve es la posibilidad de un gran recorrido visual en medio de una densa oscuridad. En tres pantallas gigantes del mismo tamaño se aprecia una sutil imagen en blanco y negro que se repite en todas por igual con una diferencia expositiva mínima en cada una y sin sonido alguno. Lo que se ve – de una manera veladamente difusa- son las piernas o valijas de las personas que han recorrido, en tiempo y espacio determinado, un metro cuadrado de la terminal número cuatro del aeropuerto de Barajas en Madrid.
El sencillo acto de mostración de unos minutos de espera en una terminal aeroportuaria capturados por un espectador atento, o sea Sacco, construyen un instante de cotidianeidad extrema, un tránsito en el espacio de no tiempo que es la espera hacia otros destinos posibles.
¿Qué puede acontecer en un metro cuadrado de espacio de tránsito? ¿Qué sentimientos, pensamientos o goces se pueden tener allí?
Lo que se puede apreciar, después de una pequeña concentración en la oscuridad cinematográfica construida por la artista para inmiscuirse en M2:T4, es una sutileza de la transición, un espacio sin zona ni tiempo.
La espera es un sitio de pensamiento abstracto en donde el que expecta acontece en un tiempo de ventura futura. Se espera lo que sucederá con una ansiedad velada de que en el momento del acontecimiento lo que acaezca será una construcción paradigmática de la corporeidad. Un hecho de vida real, un suceder pleno.
La propia artista señala sobre su obra: “Cargar una maleta permite imaginar que se arrastra una casa. La medida del deseo no puede ser capturada.”
Viajar es construir espacios de transición, es meditar sobre ese deseo que busca y no halla sobre un acontecimiento de constante vicisitud.
A esta idea de Sacco se le puede agregar la de Echen: “¿Qué pasa cuando el evento es el paso -en este caso el paso de figuras que se pueden reconocer como humanas, pero que no son identificables en su supuesta singularidad, en lo que serían “propiamente”- y, más aún, el loop continuo de ese paso por un lugar tan anónimo, tan des-singularizado (incluso si ese lugar tiene nombre propio, como en el caso de “T4”) como quienes lo transitan? El evento abismándose en su otro”.
Este espacio es ciertamente un otro, es el lugar de construcción de una realidad que aunque aparece paralela es de una puntualidad precisa, de un acontecer específico.
M2:T4 es una instalación para el silencio expectante, el que observa debe poder captar el específico instante de un acontecimiento sencillo que pudiendo no suceder es un estadio innegable, es un real accidente de los tiempos e instancias de nuestras esperas. Ese tiempo sin supuesta apariencia, el abstracto tiempo de la cotidianeidad.