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martes 22 de julio, 2008
La vida color Cambre
Costa Peuser, Marcela
por Marcela Costa Peuser
La vida color Cambre

Juan José Cambre pinta la naturaleza; pinta sus propios paisajes interiores y así, naturalmente, se completa.

Pinta ese instante de la mañana, cuando la luz se despega mansamente del horizonte y juega a las escondidas con su sombra. Esa tenue luz que se refleja en la superficie del follaje y se derrama, silenciosa, dibujando tímidamente su contorno sobre algún anhelante plano de color.
Verdes, rojos, blancos, naranjas o amarillos, sus monocromos son, a la vez, vibrantes y apacibles. En ellos late, simplemente, el ser. La savia que los recorre los hace sabios, gozosos y mansos. Con sólo observarlos, aquietan nuestros pensamientos y abren espacios para que fluyan nuestras emociones. La misma emoción que podemos intuir detrás de la sombra de alguna de las hojas de sus monocromos o, tal vez sobre el cauce titilante del agua que baja por la tela.
Cambre se reconoce pintor desde siempre. Recibió de su padre ingeniero su primera caja de pinturas a la edad de siete años y su amor por las matemáticas. La arquitectura fue la profesión posible para alcanzar su meta. Josefina Robirosa y Yuyo Noé fueron sus maestros y mentores: “dos artistas en acción entregados de manera absoluta a su pintura”. En 1976, logra, después de recorrer todas las galerías porteñas, carpeta en mano, su primera exposición individual en la mítica galería Lirolay. Desde entonces expone cada año. Dos destinos culturales marcaron su obra y su vida, en 1981 gana el Premio Banco del Acuerdo y con él una beca para ir al exterior. New York significó para Cambre la libertad total; años más tarde, Costa Rica lo acercaría a la naturaleza. Libertad y naturaleza, convertidos en ingredientes esenciales de su obra.
La actual muestra antológica del artista en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta impacta, en primera instancia, por lo despojada. Nos enfrentamos de lleno a sus trabajos más recientes, a sus planos de color en los que, al acercarnos, descubrimos cautivantes universos inexplorados. Dos grandes obras dominan la pared central de la sala, una más radical y la otra más romántica. En realidad, cada una de ellas está formada por doce obras independientes que, sin embargo, fueron pensadas para ser exhibidas juntas. Son paisajes, realizados en dos tonos contrastantes y minuciosamente dibujados punto a punto. Un trabajo que tiene mucho del grabado por su técnica; de la fotografía por sus contraluces y del neoimpresionismo o puntillismo. Una obra que delata la preocupación del artista por el color; la misma preocupación que podemos reconocer en la obra realizada en los años 80 cuando, convocados por Jorge Glusberg pintaban mañana, tarde y noche con Prior, Conte, Okner y Bueno en sótanos, Cemento y el Recoleta.
En los noventa “tropezó” con la vasija y ésta se convirtió en el “leitmotiv” de su obra. Por ese entonces Adriana Rosenberg abría su galería y le propuso una muestra de pequeño formato, pero sus paisajes no se adecuaban a esta escala. Distraído retrató la vasija china que usaba para mezclar el óleo y éste fue el inicio de un nuevo camino: un único tema y sus primeros monocromos. Un camino por el que transitaría a lo largo de diez años y en el que iría descubriendo el valor de los detalles; porque Cambre pinta los detalles de aquello que es obvio, de aquello que es intrascendente y lo vuelve trascendente y bello.
En los últimos años también “tropezó’ con Marina Pellegrini, “una galerista comprometida, con un gran respeto por los artistas”, quien le propuso hacer su libro. En el marco de la muestra se presenta “Cambre” un excelente volumen de 300 páginas, editado por Galería Vasari, con una entrevista de Inés Katzenstein, un ensayo filosófico de Lucas Fragasso y una cronología histórica de Lucrecia Palacios Hidalgo, diseñado por Alejandro Ros.
Con el color como argumento de esta gran obra que es la vida y como un buen director de teatro, Cambre prepara la escenografía y nos invita a ser los espectadores de la laguna, su propia laguna: su inagotable mundo int erior. ¡Bienvenidos!

Info: Hasta el 3 de agosto, Sala Cronopios
Centro Cultural Recoleta, Junín 1930

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