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La mayor parte de los artistas deciden agruparse para combatir la aridez del horizonte que tienen a la vista o simplemente remover desde una perspectiva diferente la escena que tienen alrededor. En el Barrio Joven de la nueva edición de arteBA, sin embargo no todos fueron jóvenes, al menos de edad. Lo que definió al sector fue básicamente la mirada fresca que sobrevoló a todos y cada uno de los stands, más allá de lo que indica el documento de identidad.
Esto se podía advertir en el caso de la obra de José Olivera (55), autor de afiches para películas oriundo del pueblo Montecaseros de la provincia de Corrientes, un hallazgo de Yaguá Rincón, el espacio Corrientes que dirigen Richard de Itati y Jorge Silva, integrado por artistas que crecieron y se agruparon estimulados entre otras cosas por unas clínicas que Diana Aisenberg dio por allá. Otro caso fue el de Leonor Vega, joven de 65 que presentó Kiosco, de Bolivia. Y otro el del club del dibujo, la experiencia que impulsan desde Rosario y Claudia del Río y Mario Gemin que ofrecieron trabajos de Claudia del Río, Daniel García, Fabiana Imola y Max Cachimba, entre otros.
Este fue el primer año de Yagua rincón en la feria y el segundo de Kiosco, el espacio de Santa Cruz de la Sierra que dirige Raquel Schwartz que presentó nuevamente Pájaros de Douglas Rodrigo Rada y una serie de acuarelas de Alejandra Alarcón que representan “chicas pulpos”. Los bolivianos no se pueden quejar: muchos coleccionistas que compraron el año pasado volvieron éste por más.
La visita al Barrio Joven se ha convertido en un “must” de las previas para coleccionistas; una auténtica bolsa de hallazgos para competir por primicias y pichinchas antes de que sea demasiado tarde. De allí que para el día siguiente de la apertura prácticamente todos los stands del Barrio Joven computaban ventas en escala a envidar.
By appointment, el espacio que presentó por primera vez Marcelo Gutman vendió de entrada obras del propio Gutman, de Emiliano López y de Nicolás Radano.
Un imperdible del barrio fue SAPO, el espacio concebido y dirigido por Eleonora Molina bajo la idea que “una búsqueda estética en si misma no se pierda por la necesidad que genera el mercado por comprar grandes obras, de grandes artistas, o sólo pintura porque es una inversión que se recupera.” En las paredes o en la prolija planera abundaron los maravillosos dibujos y pinturas de Andrés Aizicovich, de Viviana Blanco, Liniers, Christian Turdera y Pablo Cabrera. Todos ellos cargados de un refinamiento y un misterio infrecuentes.
Otros que estrenaron su presencia en la feria fueron Mapa Líquido el emprendimiento de Lucas Marín que viene trabajando en Boedo desde hace un par de años y Harto, de Uruguay.
La marcha que le ha puesto ED-Contemporáneo, de Mendoza a todos sus proyectos volvió en esta edición con algunas novedades, entre ellas la serie Oficinas de Sebastián González, pieza de “diseño conceptual”, en realidad un edificio de oficinas en una caja para llevar a casa. Estos hallazgos son los que venden al Barrio Joven en el boca a boca cada vez mejor. Así miembros del “board” del MAM de Río de Janeiro y del Blanton pasaron temprano por Jardín Oculto y reservaron dos minuciosos libros de Andrés Bisserier, cada uno. Una suma de gentiles coincidencias para que galeristas, coleccionistas y artistas saquen el mejor partido de este modesto pero entusiasta sector de ArteBA.