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Son dos artistas mujeres con obras muy distintas entre sí -Cristina Tomsig y Andrea Puig del Villar- aunque con propuestas estéticas sobresalientes.
En ambos casos, el trabajo con los materiales, duros en el caso de Tomsig y collage en Puig del Villar, es el toque de distinción.
Cristina Tomsig presenta objetos, esculturas y relieves. El común denominador no es otro más que la economía de recursos gracias a la cual el espectador obtiene una imagen fácilmente pregnante. Su obra se desarrolla, en primer lugar, con una meticulosa investigación de los materiales -PVC, alto impacto y aluminio- y en segundo lugar, a partir del uso exclusivo de dos colores: blanco y negro. En el caso de los relieves, realizados sobre planchas de acrílico, la artista ubica un diseño en pvc del mismo color. De esta forma, y organizado a partir de líneas ondulantes, el diseño logra primacía y no sólo por estar ubicado en el centro del soporte sino también por modificar su brillo en función de su iluminación y del desplazamiento del espectador; una “visión oblicua” permite percibir estos matices. Tanto los objetos como las esculturas insisten en formas circulares, la característica lúdica de los primeros muta en respeto en las segundas dada la pesadez que emana de la forma.
El interés de Tomsig por los materiales la acerca a problemas netamente teóricos como el enunciado por Adorno quien planteó que en tanto el artista trabaja y discute con los materiales está discutiendo con la sociedad, dado el carácter histórico de éstos. De aquí que Tomsig al llevar adelante una práctica investigativa con los materiales, que no son otros que los provenientes de la sociedad de consumo, entabla un diálogo con ella y discute con su tiempo histórico.
De la mano de Andrea Puig del Villar el collage consigue nuevamente notoriedad. Definido por Max Ernst como “el encuentro de dos realidades distantes en un plano ajeno a ambas”, en la obra de Puig del Villar el collage se eleva a su apoteosis. De los distintos estilos presentados, sobresalen aquellos en los que se problematiza el mismo lenguaje visual. La incorporación de imágenes canónicas de la historia del arte –a modo de intertexto- recortadas y pegadas en el soporte, da cuenta que el referente de Puig del Villar no ha sido el objeto real sino otra imagen. Esto puede verse en “Contrapunto” (2007), “El sueño” (2008), entre otros ejemplos, donde, además, la pintura suma con su presencia. Así es que sus collages no se definen, únicamente, por incorporar distintos materiales a un mismo plano sino también por incorporar distintas imágenes y distintos contextos referenciales. En sus obras, la línea tiene una función primordial, encargada de comunicar los múltiples elementos de la obra, ayuda a delimitar espacios. Distintos son los collages donde Puig del Villar se anima y apuesta a la tridimensión, especialmente en la serie “Construcción” donde a cada forma superpuesta le asigna un color dando por resultado una ‘forma ritmada’.
Info: Cristina Tomsig. Juegos materiales
Hasta el 31 de mayo, en Empatía Espacio de Arte, Carlos Pellegrini 1255.
Andrea Puig del Villar. Pinturas
Hasta el 23 de mayo, en van Riel,
Juncal 790 - PB.