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Se conocieron en los años 60, una década que hoy, desde nuestra vertiginosa y exigida contemporaneidad, vislumbramos como un sueño de libertad hecho realidad.
Una época en la que deseo y realización se daban la mano, enarbolando la famosa consigna del Mayo Francés; “Sed realistas, pedid lo imposible”. Y realmente, existían sólidas razones para que esto fuera así. Y es que pasados los efectos más graves de la segunda post-guerra, el mundo entero se contagió de un optimismo generalizado, acompañado por una vibrante onda económica expansiva que alcanzó y repercutió profundamente en nuestro país.
Ambos habían elegido ser artistas y además, éste era su destino. Por ese entonces el gran interlocutor de los más jóvenes era Rafael Squirru quien, sin proponérselo, fue el “hada madrina” de este encuentro. Dalila, formada tempranamente en los talleres de Batlle Planas y Jaime Davodovich y, recién egresada de un colegio de monjas, quería conocer Estados Unidos. Fue Rafael quien le dijo “Tenés que conocer a mi hermano Charlie, el es artista plástico y vive en New York”. Y así fue. Se conocieron y nunca más se separaron.
Esta es la primera vez, en el 2008, en que Dalila Puzzovio y Charlie Squirru exponen juntos; por iniciativa de la Galería Vasari y en el marco de los festejos de los 50 años del Instituto Di Tella. La muestra reúne obras emblemáticas de los años 60, verdaderas joyas dignas de formar parte de la colección de un museo.
La obra central, el impactante autorretrato de Dalila, con el que la artista ganó el Premio Nacional del Instituto Di Tella en 1966, da testimonio de ese link entre arte y moda que se reconoce en toda su obra; esa búsqueda constante de la belleza como principio y fin. Se trata de un inmenso poster panel publicitario pintado por un afichista de cine y enmarcado por luces a la manera de marquesina. Para esta obra, la artista se apropia del cuerpo de Verushka, el ícono indiscutible de belleza de la época, quien aparece recostada en la playa con biquini y cadenas. La versión original medía 7 m de ancho por 5 de altura; la obra de la galería mide 3,65 x 2,23 m.
Después de ganar el premio Nacional del Instituto, Dalila pasó a competir por el Premio Internacional con su famoso “Doble Plataforma” con el que se propuso crear una pieza de arte que se convirtiera en un objeto de consumo y forzar al industrial a fabricarla. Y así fue. La zapatería Grimoldi produjo cincuenta pares que entraron en el circuito normal de sus locales y se exhibieron en las vidrieras de Mar del Plata, Córdoba y Luján. Los miembros del jurado vieron la obra de arte exhibida en el Di Tella y luego tuvieron que ir hasta la zapatería para encontrarla como un objeto más de consumo.
Charlie Squirru estudió dibujo y pintura en el Art Student League de New York y completó su formación en Europa dónde conoció de primera mano los códigos del nuevo realismo y el neodadá que modificarán su mirada y su concepción del arte definitivamente. De vuelta en Buenos Aires, expone por primera vez en la galería Bonino y, en el 62, recibe una beca del Pratt Institute de New York para estudiar grabado y litografía. Estas técnicas unidas a su particular mirada, dan por resultado una obra visionaria que se anticipa estéticamente al presente e históricamente anuncia sucesos que luego se harán realidad. Una de sus obras más emblemáticas, “La pirámide de Saturno”, presentada en el Instituto en 1965, era una instalación ambientada con música experimental: una banda sonora, en la que se escuchan pasos obsesivos como los de una marcha militar. En el interior de la pirámide, las paredes estaban tapizadas con ropa ensangrentada de bebés. De la pirámide surgían cánulas que transfundían sangre a dos cabezas situadas a los costados. Otras obras presentadas en la misma galería dan testimonio de su naturaleza cuestionadora y crítica. “El cerebro argentino que no funciona” es un claro ejemplo. Hoy trabaja con los “Herederos de la Tierra”, los insectos. ¿Una nueva premonición?
Dalila y Charlie tuvieron la genialidad de mantenerse unidos pero independientes, cada uno maneja su lenguaje propio: lúdico y expansivo ella, critico y críptico él. Y el privilegio de haber participado del Di Tella, una fundación cultural creada por una familia, en respuesta a la generosidad del país que les dio una oportunidad, y que amaba el arte.
“Ser invitados por Romero Brest para participar del Premio Di Tella era la máxima aspiración para cualquiera que se llamara a sí mismo artista” recuerda Squirru, “las salas del Instituto eran imponentes por su espacio y debíamos hacer obra de gran tamaño para que se luciera. Como artistas fuimos los primeros en salir a buscar sponsors para poder realizarlas y ésa fue otra experiencia de vanguardia”.
Los artistas del Di Tella concibieron una forma totalmente atípica e innovadora de hacer arte y la comunicación directa fue una de las estrategias que ellos tomaron de los medios de comunicación. Dalila Puzzovio y Charlie Squirru junto a Edgardo Giménez instalaron, en 1965, en la esquina de las calles Florida y Viamonte, a metros del Di Tella, un famoso poster panel en el que aparecían los tres, junto a la pregunta: ¿Por qué son tan geniales?
La respuesta es simple, ellos fueron la vanguardia, siguen estando vigentes y la vanguardia siempre genial.
Info: Hasta el 30 de abril,
Galería Vasari
Esmeralda 1357.