Dotado de un claro sentido de la estética y formado como publicista, Natalio Povarché considera que la mirada es la clave de su vida profesional. Su proyecto de vida, la Galería Rubbers cumple 50 años de actividad ininterrumpida y lleva realizadas unas 800 exposiciones. Hoy, su hija Mariana es su principal colaboradora. Arte al Día conversó con el galerista, quien ofreció un balance de su experiencia con el arte.
Arte al Día: ¿Cómo debe ser una galería de arte, en la actualidad? Natalio Povarché: Una galería profesional tiene que estar inexorablemente dirigida por un profesional que haya desarrollado su visión, alimentado su idea y que haya tenido muchas iniciativas propias generadoras de situaciones de éxito. El director de una galería debe enriquecer su mirada y descubrir nuevos talentos, trabajar para lograr la consagración de sus artistas y ser promotor de un mercado creíble. Debe convertir su galería en un referente de consulta y asesoramiento. Es una visión con la que hay que consustanciarse y que toma muchos años. En el año 1957 cuando me inicié había un solo marchand: Alfredo Bonino y cinco galerías como Witcomb, Velásquez, que sólo organizaban exposiciones. Bonino se instaló en la Argentina y fracasó; pocos años después, aprendiendo de la experiencia anterior, puso su mirada sobre lo lo contemporáneo de calidad. Pocos años después, se abre Rubbers con esa misma visión: No me quedé con lo que no entendía, lo que tuviera a mano o lo poco que aparecía.
AaD: ¿Hoy en día trabaja con artistas contemporáneos? NP: La galería trabaja sólo con artistas contemporáneos y con acuerdo de exclusividad, lo cual representa una obligación por mi parte de hacer todo lo que corresponda alrededor de esa obra y absoluta fidelidad por parte del artista.
AaD: ¿Cómo organiza una muestra? NP: Para mí todo es muy fácil porque vengo de la publicidad. Diseñamos un catálogo, se seleccionan los textos y juntos acordamos la mecánica de la promoción que tiene que ver con la difusión.
AaD: ¿Qué brinda a sus clientes? NP: Asesoramiento, por encima de mis intereses. El coleccionista me tiene confianza. Al comprador que se acerca y dice que no entiende nada, le contesto que entra en una galería en la que todo lo que puede encontrar está elegido por el director, no sólo por la calidad y visión de futuro sino porque la relación es armónica.
AaD: ¿Qué lo decidió a abrir una galería? NP: Luego de trabajar en publicidad traje de Estados Unidos la representación de algunas marcas de pinturas. Abrí un local en la calle Talcahuano, Pinturería Rubbers que se consolidó como tal y poco a poco me fui vinculando con mis clientes, artistas como Presas, Russo, Spilimbergo, Norah Borges y otros. Mi mirada fue girando con el tiempo y terminé haciendo lo que había soñado: siendo un marchand y no un vendedor de pintura.
AaD: ¿Volvería a empezar? NP: Este es un país en dónde no se encuentra gente solidaria, salvo pocas excepciones que se convierten en amigos íntimos. En esa soledad en la cual uno intenta realizar sus propias ideas, mucha gente abandona, pero es la fuerte convicción la que nos lleva a continuar. Por eso volvería a empezar. Tengo buena visión: conocí a Fernando Botero en el año 66 ó 65 en Nueva York, él aún no tenía galería. Lo descubrí y le propuse un contrato, su obra valía entre cuatrocientos y mil doscientos dólares. Seguramente con mi experiencia actual, en algunos casos hubiera actuado de manera diferente... Soy un excelente comprador y un mal vendedor. Volvería a empezar pero no vendería todo lo que he comprado.
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