La feria de arte contemporáneo de Bogotá celebró su tercera edición el pasado mes de octubre en las instalaciones de Corferias, organizada por la Cámara de Comercio de Bogotá. Para esta ocasión, ArtBo demostró un alto nivel de profesionalización y una considerable y favorable depuración, en comparación con la edición anterior, en lo que respecta a las galerías que participaron en la feria. Se contó con la presencia de 44 galerías; 18 colombianas y 26 internacionales. Se notó el esfuerzo por parte de los participantes y en especial de la Cámara de Comercio de Bogotá por abrir un espacio para un mercado renaciente, como lo es el del arte en Colombia. El evento contó con un diario impreso y un canal de televisión interno que brindaron una labor informativa durante la feria. Sin embargo, se sintió la ausencia de eventos académicos como conferencias y charlas destinadas, no sólo a ampliar el conocimiento del mercado del arte, sino a extender un pensamiento teórico que en un entorno donde no existe un abundante público especializado deja desaprovechada la oportunidad pedagógica ante un número tan grande de asistentes. La apuesta de las galerías participantes brindó cierto dinamismo que aunque no supera el formato tradicional, permite una mirada más fresca y cercana por parte de los espectadores y visitantes. Galerías como Aldo de Sousa, de Argentina, y Alfredo Ginocchio, de México, demostraron que no es necesario un montaje complejo para que las obras expuestas sean apreciadas con respeto. Vale la pena mencionar la propuesta hecha por la galería argentina Dharma Fine Arts con trabajos de artistas como Julio Alan Lepez, que poseían cierta candidez y familiaridad propias de la pintura pero que a la vez se escapaban del formato tradicional rectangular, esto también fue visible en el stand de la galería colombiana Mauricio Ruiz. Por otro lado el evento también se vio enriquecido con la disposición hecha por la galería bogotana Alcuadrado que instaló un cuarto al que solo se tenía acceso con la mirada a través de una pequeña ventanilla donde se le permitía al espectador entrar a un espacio en el que se encontraba una cama con grama y hierbas, objeto fotografiado por la artista colombiana Maria Elvira Escallón en su obra En estado de coma, esto, junto al pequeño pasillo con estantes repletos de obras de pequeño formato dispuesto por la galería Casas Riegner son, tal vez, puntos que rompen con la linealidad de la feria y que brindan cierto aire alentador al recorrido, lo cual, unido a la atractiva curaduría de arte joven de Artecámara brindan un matiz prometedor para el ambiente creciente del arte en Colombia. Esta última curaduría de arte joven resultó de una convocatoria pública. Contó con obras de 48 artistas colombianos y mostraba trabajos en varios formatos no muy presentes en las galerías participantes como video, artes electrónicas, artes sonoras y performance. Esperemos que en la próxima edición se organice un ciclo de conferencias que brinde un piso teórico y académico más amplio.
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