Pensar es un hecho revolucionario". La frase, de Marie Orensanz, presente en la obra con la que ganó el concurso para el Parque de la Memoria en 1999, reaparece de distintas maneras en la muestra retrospectiva que el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires ofrece en el Palacio de Correos. Enunciada por primera vez en 1974, formaba parte de un texto que la gente podía llevarse a su casa durante una acción realizada en la galería Eros en Milán; texto que también está disponible ahora, para el público, en el Mamba. La frase expresa una idea que anima la obra, sutil y potente a la vez, de esta artista argentina residente en París, que ha explorado los medios más diversos, desde el dibujo y la pintura al video, la escultura o la instalación, y que desde su participación en las actividades del Di Tella y el Centro de Arte y Comunicación (Cayc) en los 60 y 70, sigue las líneas del conceptualismo y el minimalismo. Expone constantemente en Argentina, Francia, Italia y Nueva York.
"Pensar es un hecho revolucionario. Lo siento siempre vigente. En el fondo un artista hace una obra en toda su vida, pero las manifestaciones son diferentes, porque las épocas son diferentes. Si antes usaba el papel ahora uso la chapa, porque hay una sombra, hay un reflejo, la sombra del pensamiento. Me parece que una vida no alcanza para transformar algo. Esta continuidad también me da una distancia con respecto a las modas", dice Orensanz, después de recorrer la muestra en el Mamba.
Discípula de Emilio Pettoruti y Antonio Seguí, Marie Orensanz fue una figura activa de la vanguardia local. En el Mamba pueden verse, por ejemplo, fotos de la instalación que realizó en 1969 en la galería Primera Plana de Mar del Plata. "El pueblo La Gallareta lucha por su única fuente de trabajo" era el volante que, junto con Mercedes Esteves, reprodujeron en 50 copias y pegaron en todo el perímetro de la sala, donde colocaron pilas de bolsas de cemento y arena. Su origen había sido el encuentro, en la ruta, con manifestantes del pueblo que se oponían al cierre del ferrocarril. "La obra duró sólo un día, por temor a la dictadura de Onganía. Los organizadores dijeron que nos habían propuesto hacer la muestra pensando que, al ser mujeres, ¡íbamos a poner flores! Fue sorprendente", recuerda Orensanz, que después desarrolló, con ironía, una delicada serie con flores...venenosas, donde la crítica era menos explícita: "quería seguir haciendo y que no me censuraran".
Otra anécdota que fue para ella reveladora de la discriminación de género en el arte tuvo lugar en Italia. "Un coleccionista compró una obra mía expuesta en una galería pero al enterarse de que yo era mujer, la devolvió. Ahí pensé: 'realmente pensar debe ser revolucionario'. Hay una falta de presencia femenina en las galerías, en los premios. Incluso en Francia. Y sigo insistiendo porque no se ha hecho demasiado camino", afirma la artista, que en obras como el video Límites (1982) reflexiona sobre lo limitado del discurso sobre lo femenino y las posibilidades ilimitadas del arte.
El recorrido incluye obras de los 70, que toman elementos del dibujo arquitectónico, el damero urbano y reflexionan sobre las ciudades y la planificación de la vida cotidiana. Más adelante comienza a incorporar sistemas de señalización simbólica, elementos provenientes de las matemáticas o de la física, junto con la escritura, en una retórica que apela tanto a lo racional como a la poesía. Gracias a una beca, se traslada a Milán y la cercanía con Carrara la lleva a trabajar con el mármol, con fragmentos sobre los que escribe frases incompletas, traza líneas delicadas, aplica mínimos dibujos o incluye el color. Su trabajo está en un territorio fronterizo entre la escultura, el dibujo, la pintura y el objet trouvé. Trabaja con fragmentos mínimos que son el centro de pequeñas cartografías; o con bloques de mayor tamaño; construye libros de artista, también en mármol, o fotografía el mármol intervenido y lo expande a través del dibujo. En su manifiesto del Fragmentismo, explica que expone "los elementos de un problema sin dar la solución". Porque hay una apelación al espectador que es una constante en su obra: un público activo al que invita a involucrarse y a "completar" la idea con su propio pensamiento. Info: Hasta el 18 de noviembre, en el Mamba, en sede provisoria del Palacio de Correos, Corrientes 172
|
|