En general conversar con artistas siempre reviste interés, pero un encuentro con cinco escultoras de creatividad en acción no tiene desperdicio -Por lo menos en este caso-.
Cinco escultoras concientes de sus objetivos, atentas a su crecimiento profesional y al mismo tiempo inteligentes y divertidas.
Trabajan en una tarea que pareció durante mucho tiempo estar reservada a los hombres y lo hacen con gran acierto. Quedaron atrás la soledad operativa de Lola Mora o Noemí­ Gerstein y han ido acrecentando su número hasta el punto que, este año, en Esculturas en el Jardí­n del Museo Larreta el 60% son de mujeres.
Cabe preguntarse si todos los trabajos tridimensionales que vemos hoy, entran en el término tradicional de escultura.
En nuestro encuentro, comentamos risueñamente la célebre frase de Rosalind Krauss cuando publicó en la revista Oktober, en 1979 La escultura en el campo expandido. Aparentemente -aclara- no hay nada que pueda proporcionar a tal variedad de experiencias el derecho a reclamar su pertenencia a algún tipo de categorí­a escultórica. A menos, claro está, que convirtamos dicha categorí­a en algo infinitamente maleable.
O sea que los artistas escultores, hoy, se enfrentan a una disciplina que una vez desafectada de la lógica del monumento, propia de un momento cultural, y del espacio idealista que exploró ávidamente el perí­odo moderno, parece haberse transformado en una tierra de nadie. Se convirtió -dice Krauss- en una especie de ausencia ontológica, una continuación de exclusiones, una suma de negaciones.
La respuesta estarí­a dada en pensar la escultura desde el espacio de lo complejo y considerarla ubicada dentro de un campo en que hay otras posibilidades estructuradas de diferentes maneras para conectarse con el paisaje o la arquitectura.
Tanto Marí­a Juana Heras Velasco, Cristina Piceda, Susana Lescano, Claudia Aranovich como Carola Zech asumen esta realidad contemporánea a medida que elaboran esa continua cuota de cambio que conlleva nuestra época y van resolviendo problemas y situaciones con naturalidad y energí­a.
Todas estuvimos de acuerdo en que, en nuestro paí­s, hay una tendencia fuerte hacia la polarización en torno a una figura lí­der o una lectura dominante del contexto lo cual a veces condiciona las oportunidades. Serí­a de desear, obviamente, que funcionen con el mismo í­mpetu, con el mismo apoyo de la prensa, de museos y galerí­as importantes otras lecturas paralelas de esta disciplina multifacetica, abierta y hasta contaminada, pero sin duda inquisidora y activa como lo es la escultura de hoy en la Argentina.

Nelly Perazzo: Miembro de Número de la Academia Nacional de Bellas Artes