Vivimos en la sociedad del espectáculo permanente e integrado. Miremos donde miremos, encontramos, elegimos, producimos, reproducimos, manipulamos y consumimos imágenes fijas y en movimiento. Están ahí durante las 24 horas del día: se difunden y circulan, se renuevan y perfeccionan repetidamente, una y otra vez. Están ahí, nos esperan en los inmensos paneles publicitarios, en la televisión, en el cine, en Internet, en los kioscos de cualquier ciudad, en cualquier viaje, en cualquier rincón. Ellas afectan, cada vez más, nuestra manera de ver, sentir y pensar las cosas del mundo.
Las pinturas de Juan Doffo no provienen de este flujo reiterativo y cotidiano, no se vinculan con las imágenes violentas y frívolas o con las informaciones y cálculos que saturan nuestro entorno. Provienen, en cambio, de experiencias existenciales, de concepciones e intuiciones significativas a propósito del tiempo y la impermanencia; están empapadas de nuestra condición efímera, de nuestro aquí y ahora. Ante sus obras siento la resonancia de una antigua hipótesis: uno de los múltiples sentidos del arte es dar forma a una visión del mundo. Entiendo que podemos aplicar y ahondar esta idea en relación al procedimiento creativo-constructivo que entrañan sus pinturas: en ellas hay un vaivén de "encuentros y desencuentros" o de "convergencias y divergencias" diferente carácter, que escribo a continuación:
Aproximación y alejamiento del paisaje inmediato y de la bóveda celeste.
Reiteración de realismos ilusionistas y abstracciones gestuales.
Reunión y separación de perspectivas lineales y planos monocromos.
Lucha y reconciliación entre la oscuridad y el incendio.
Revocación y aprobación del centro (lo urbano) y de la periferia (lo rural).
Delimitación y fragmentación de la monumentalidad y la insignificancia.
Expansión y reducción de retículas ortogonales sobre la persistencia del caos.
Descubrimiento y ocultamiento el entorno físico y el metafísico.
Erradicación y fundación de rutas rectas y obstáculos curvos.
Enturbiamiento y encendido de leyendas remotas y reflejos artificiales.
Desmoronamiento y edificación de escenarios exteriores y ficciones interiores.
Considero que estas descripciones y asociaciones no se pueden tomar al pié de la letra. Son el resultado de tres momentos contemplativos: ante cada obra en particular, ante el "pasaje" de una a otra y ante el conjunto de la exposición. La lista es un inventario de recortes parciales que intentan, con libertad lúdica, metafórica e imaginaria, señalar algunas trayectorias opuestas y complementarias. Mi inventario no quiere imponer nada, sino exponer mis experiencias estéticas impregnadas con el espacio pictórico de Juan Doffo. Vale decir, con el origen de mi inquietud y placer.
Las formas que traducen la visión del mundo de un artista provienen de cosas visibles e invisibles, lejanas y cercanas. En el caso de las pinturas actuales de Juan Doffo creo que hay múltiples alusiones al simbolismo y a la imaginación utópica, a la grandiosidad que transforma los fenómenos naturales en sublimes, a las ruinas, los viajes, el silencio y el desierto, a las representaciones del espacio.
Sin embargo, una visión del mundo no es sólo el resultado de la tradición visual y literaria que el artista recibe de la historia y de su propio pasado. Es también algo cambiante que aparece y desaparece: es su manera de ver y sentir, pensar y actuar, hacer y deshacer en el contexto que le toca vivir. Si, como afirma la hipótesis, el arte da una forma a una visión del mundo, el artista Juan Doffo sería una suerte de "hacedor" de señales, espacios, movimientos, huellas, lenguajes, figuras, tonalidades e intensidades. En síntesis, un hacedor de formas-colores.
En la actualidad nadie puede dudar que en nuestra civilización de la imagen domina el la tecnociencia guiada por la economía, y que una de sus consecuencias visibles es la circulación trepidante de la actualidad mediatizada. Las obras de Juan Doffo contradicen y se desvían de los valores de la persuación del este contexto publicitario, interrumpen el curso acelerado de la difusión ruidosa y comunicación por imágenes, para poner en relación lo real, lo imaginario y lo simbólico.
Sus pinturas recientes son el resultado de una práctica significante que acompaña su concepción del arte contemporáneo, su percepción de las cosas y sus interrogaciones a propósito de los acontecimientos humanos. Sus pinturas exigen una contemplación lenta y silenciosa: en este sentido se autoexcluyen de la actual proliferación y circulación de la imagen. Juan Doffo da una forma a su visión de las cosas del mundo para revelar algo que no se muestra a través de algo que se muestra. Info: Cerró en Galería Rubbers Internacional
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