Esta muestra de Antonio Seguí nos trae parte de la obra de uno de los más importantes artistas plásticos que nuestro país le ha dado al mundo. Abarca quince años de constante trabajo, experimentación y compromiso con los ideales de una generación que cimentó las bases y construyó el andamiaje del arte y la cultura argentina del siglo XX.
Militante de la pintura, como gusta definirse, Seguí jamás se apartó del camino que emprendió de joven hacia las utopías de las cuales fue y es fiel peregrino. Su forma de pintar creció con él a la par que lo hicieron las artes plásticas nacionales. Maduró a la sombra de su propio crecimiento como hombre, como artista y fundamentalmente como ciudadano, primero de su país, al que jamás olvidó y, finalmente, del mundo, al cual le pertenecen hoy sus creaciones.
Y lo hizo sin perder su condición de hombre del interior de un vasto territorio, inexplicable para el resto del planeta, pero intensamente claro y doloroso para quien haya nacido en esta tierra.
Desde mediados de los años cincuenta, Seguí viene plasmando en cada cuadro un momento preciso de la historia de la plástica argentina, lo que equivale a una postal de nuestra nación en cada cuadro.
Desde sus acercamientos al informalismo y al expresionismo alemán, pasando por sus experiencias mexicanas hasta esas junglas de cemento atiborradas de personajes alienados por las grandes urbes, yendo y viniendo en el caos de sus propias sobrevidas, sumergidos en la hecatombe de una sociedad que ve morir al individuo a manos de la masificación y la ignorancia.
Ciudades anestesiadas por la mediocridad de una vida que parece más "urbana" que humana.
Pero mientras este edificio social se va desmoronando, como lo vaticinara Roberto Arlt, Antonio Seguí se mantiene en alerta y sigue pintando, para devolvernos a nosotros, atribulados sobrevivientes del holocausto posmoderno, una razón para seguir luchando en pos de esa libertad que viene de la mano del arte, la que trae el libre acceso de todos a la Cultura.
Uno de los cuadros más reconocidos de Seguí muestra a un personaje, claramente argentino, dando un gigantesco paso desde el Obelisco porteño hacia la torre Eiffel. Una suerte de puente entre culturas, una metáfora de su propio viaje, el camino del héroe, desde esta América hacia Europa. Que esta muestra sirva también de puente entre Neuquén y su gente y lo mejor del arte contemporáneo universal.
|
|