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jueves 17 de julio, 2008
CINCUENTENARIO DE SIETE PINTORES ABSTRACTOS
por Jorge López Anaya
CINCUENTENARIO DE SIETE PINTORES ABSTRACTOS

Se cumplen cincuenta años de la creación del grupo Siete pintores abstractos que integraban Osvaldo Borda, Ví­ctor Chab, Josefina Robirosa, Rómulo Macció, Martha Peluffo, Kazuya Sakai y Clorindo Testa. El colectivo se sumó a los que animaron, de manera significativa, la saga de tendencias del arte abstracto iniciada por la Asociación Arte Concreto Invención y Madí­ hacia mediados de la década de los cuarenta.
Luego de Arte Concreto se constituyó, en 1952, el grupo Artistas Modernos de la Argentina, con Claudio Girola, Enio Iommi, Alfredo Hlito, Tomás Maldonado y Lidy Prati (que provení­an del arte concreto) y los independientes Sarah Grilo, José Antonio Fernández Muro y Miguel Ocampo. En 1955 la Asociación Arte Nuevo, fundada por el crí­tico Aldo Pellegrini y Carmelo Arden Quin, amplió de manera considerable la difusión del arte abstracto.
Siete pintores abstractos presentó su primera exposición en la Galerí­a Pizarro, en 1957. Pero en oposición a las tendencias predominantes (geométricas o formalistas), estos artistas se habí­an inclinado hacia una abstracción "cálida", libre o lí­rica. Optaban por la valoración de la expresión espontánea y por la gestualidad inmediata, pero contenida. Sus obras se distinguí­an por uso diverso que hací­an de los signos, de los trazos libres, de las manchas, de las superficies coloreadas, de las texturas y hasta de cierta geometrí­a sensibilizada.
En las telas de Martha Peluffo (1931-1979) toda la superficie aparecí­a cubierta por manchas que se distribuí­an como constelaciones o agrupamientos, en ocasiones con zonas más densas y visualmente pesadas. La pintura de Josefina Robirosa (firmaba Josefina Miguens) estaba fundada en el trazo, en la lí­nea que aparecí­a como la manifestación de un gesto contenido. La obra de Kazuya Sakai (1927-2001), siempre espontánea, se distinguí­a por los signos trazados con rapidez sobre la tela. Las obras de Rómulo Macció, Ví­ctor Chab y Osvaldo Borda se caracterizaban por los signos y las manchas aislados sobre fondos más o menos neutros. Las pinturas de Clorindo Testa mostraban una compleja estructura de lí­neas y manchas que actuaban sobre un fondo de formas geométricas.
La actividad del colectivo Siete pintores abstractos continuó, desde 1958, ligada a la revista Boa, fundada y dirigida por Julio Llinás, un poeta y crí­tico de arte próximo al surrealismo. En esta época, el colectivo se relacionó con la revista Phases de Parí­s, que dirigí­a Edouard Jaguer y con su grupo de artistas (entre ellos estaban Roberto Matta, Enrico Baj, Konrad Klapheck, los miembros de Cobra, los Automatistas quebequenses, los imaginistas suecos y algunos marginados de la historia). El principio que agrupaba a los europeos del grupo neosurrealista era el lema "¡Viva la pintura de lo imaginario!".
En julio de 1958, en coincidencia con la aparición del segundo número de Boa, el colectivo, ahora más cerca del surrealismo, presentó en Buenos Aires la Primera Confrontación Internacional de Arte Experimental en Sudamérica (Phases). En esta exposición, además de los argentinos, exponí­an veintisiete artistas de muy diversas nacionalidades, entre ellos Wilfredo Lam, Jacques Lacomblez, Jean-Jacques Lebel, Gianni Bertini, Enrique Zanartú y Jacques Herold. En 1963 finalizó la actividad del colectivo, luego de la exposición que se presentó, con la incorporación de otros pintores, en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires.

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