La edición actual tiene como director al ex-curador de pintura y escultura del Museo de Arte Moderno de New York, el norteamericano Robert Storr. Con él se ha filtrado en la bienal una de las características más contundentes del arte de su país: la enorme influencia del mercado. Si bien sería ridículo negar las operaciones económicas que giran en torno a la bienal desde hace unos cuantos años, es la primera vez que ese movimiento se hace tan evidente en el interior mismo de las salas.
Lo cierto es que la bienal ha sido, hasta ahora, una gran operación comercial. Así se explica claramente por qué artistas de reconocida trayectoria se presentan preferentemente con obra nueva y no con sus piezas más significativas, asociados a grandes galerías o a colecciones que se prestigian con su inclusión en Venecia. En la primera semana, un gran número de las obras exhibidas encontraron nuevos dueños, transformando a la bienal en una fuerte competidora del evento inmediatamente posterior, la feria Art Basel. En otros casos, son los coleccionistas los que han puesto pie firme en la bienal. El Pabellón Africano que se presenta por primera vez (miniaturización de un complejo continente a la escala de una representación nacional) es, en realidad, una selección de obras pertenecientes a una colección privada.
Por otra parte, Storr ha transformado a la bienal en una sucesión de espacios museísticos. En lugar de aprovechar las ricas instalaciones del Arsenale o la Corderie, ha tapiado todo con paredes blancas, prolongando la influencia histórica del museo en el que trabajó, y dificultando la presentación de un amplio espectro del arte contemporáneo que no se acomoda a ese tipo de propuesta expositiva. No sorprende, por tanto, que los medios predominantes sean la pintura y la fotografía, con menor presencia de instalaciones, objetos y video.
El concepto general de la exposición es "Piensa con los sentidos, siente con la mente". No obstante, el sentido predominante es la vista. Hay una frontalidad permanente en casi toda la muestra, que tiene como puntos claves dos espacios centrales: la gran sala principal del Pabellón de Italia, con pinturas de gran formato de Sigmar Polke (que durante la inauguración pasaron a formar parte de la colección Perrault) y la instalación de Luca Buvoli que abre el Arsenale y que, curiosamente, ha sido concebida para su visión frontal. Las obras ambientales, sonoras o lumínicas -que apuntan a otros sentidos- están prácticamente ausentes.
Cuando dice "mente", Storr parece referirse más bien a "contenido", ya que no hay una presencia notable de propuestas conceptuales y si, más bien, de piezas argumentativas, en general de un marcado tono político. Este núcleo es uno de los más interesantes de la selección del curador, principalmente si tenemos en cuenta que en gran medida son contrarios a la política exterior norteamericana y a la escalada bélica actual. Sin embargo, la mayoría de estas piezas se presentan descontextualizadas y estetizadas, exaltadas en sus valores formales y desencajadas de su marco discursivo.
Por todo esto, la 52 Bienal de Venecia es probablemente la más floja de los últimos años. Si las de Harald Szeemann fueron criticadas por sus utopías algo ingenuas, y la de Rosa Martínez por su activismo un poco demodé, en comparación fueron propuestas mucho más contundentes, con argumentos fuertes más allá de su efectividad. La bienal actual casi carece de argumentos. Puede considerarse una selección correcta de artistas contemporáneos, muchos de ellos elegidos sin ningún riesgo, como Gerhard Richter, Daniel Buren, Bruce Nauman, Louise Bourgeois o Giovanni Anselmo, por mencionar algunos.
Entre los artistas más jóvenes, destacan el film de Yang Fudong Siete intelectuales en un bosque de bambú, los 3300 dibujos de soldados norteamericanos muertos en Iraq y Afganistán realizados por Emily Prince, los 511 dibujos posteriormente animados de Francis Al¿s (comprados por el MoMA), los listados de muertos e idiomas de Ignasi Abalí, las fotografías de conferencias sobre teoría del arte de Rainer Ganahl, y el estupendo video de Shaun Gladwell "danzando" en su skate que pudo verse en la última Bienal de Sao Paulo. Dentro de las representaciones nacionales llamaron la atención el video post-apocalíptico del grupo AES+F (Rusia), el proyecto de Sophie Calle (Francia) en el que 107 mujeres interpretan el mail de despedida de su última pareja, y las reflexiones sobre inmigración y ciudadanía del holandés Aernout Mik. Finalmente, las mejores exposiciones estuvieron sin dudas fuera de la bienal. Destacan la intervención de Bill Viola en la iglesia de San Gallo, una exposición que estudia los paralelismos entre Matthew Barney y Joseph Beuys, el enfant terrible Damien Hirst y los videos metafísicos de Willie Doherty. Tres miradas para una Bienal
Hugo Petruschansky, Crítico de arte La Bienal de Venecia es un esfuerzo desmedido por juntar éxito con originalidad. En esta 52a. edición el curador Robert Storr ofreció una versión pálida y en sordina con obras menores de artistas mayores, de lo que se debería haber llamado "Pensar con mis amigos y sentir junto a los galeristas". De todos modos y a pesar de las inofensivas ironías lo muy positivo para mi fue ver obras de artistas de países periféricos que enriquecen siempre la mirada del arte del mundo.
Un envío: Los envíos mas interesantes fueron los del eje Paris-Moscú; la francesa Sophie Calle siempre aportando una mirada sagaz sobre la vida cotidiana y sus candorosas historias, y los rusos, especialmente el grupo AES+F, dueños de una sofisticada tecnología, que aportaron una heroica reflexión sobre la historia pasada dentro de realismo socialista y un aporte crítico sobre la producción del arte actual, mezclando Wagner y sensualidad con el comic en 3D y la cultura kitsch.
Una obra: Una obra diferente es casualmente la de Sophie Calle: "Prenez soin de vous" donde a partir de una carta de ruptura sentimental reúne a 107 mujeres que aportan otras tantas y diversas lecturas de esa única realidad. Singularidad, humor y un sólido andamio técnico dan soporte a esta bella mega obra.
Diana Saiegh, Directora de la Fundación Deloitte
Recorrer Venecia es perder la noción espacio-tiempo, es entrar en otra escala sensorial: cientos de exposiciones en los palacios, descubrirlos en sus callejuelas; como la deslumbrante exposición del Palacio Fortuny; cruzarse con personajes del mundo del arte y la propia ciudad, que siempre supera a lo más insólito que pueda plantear el arte.
Esta Bienal planteada por Robert Storr tiene la consigna: "pensar con los sentidos -sentir con el pensamiento" y " arte en el tiempo presente", aunque esta última resulte de dudosa lectura en el Pabellón Italia (o Internacional) en donde las obras emblemáticas de Bruce Neuman, Louise Bourgeois, Sol Lewitt, Gerhard Richter poco tienen de recientes. Excepción hecha de algunas obras como la de Sophie Calle evocando a su madre muerta. "Una bienal a la bolsa" eligiendo a piacere en los Giardini y en los Arsenales qué retener, pero también por los bolsos- morrales que repartían museos y otras manifestaciones culturales del mundo entero, todas con la frase "bolsa de cultura".
Un envío: El envío de Francia, con la obra de Sophie Calle, artista de trayectoria, que trabaja sobre historias intimas y personales y que para esta ocasión al ser invitada a participar en Venecia, publicó un aviso en las revistas de arte buscando un curador para su exposición. Seleccionó a de Daniel Buren reconocido artista francés quien logra, además de la excelencia en el tratamiento del espacio, escapar de su obsesiva apelación a las rayas y donde una gran parte de su obra es una ruptura entre arte e institución.
Una obra:
Entre tanta apelación a la palabra, despliegues tecnológicos y alegatos políticos, elijo el video panorámico del pabellón de Rusia, que invita a disfrutar del color y de las formas que van desarrollando un sugestivo juego onírico de inusitada densidad y ternura, con una especial plasticidad. "Broken Paradise" de Rubén Ramos Balsa, José Luis Guerin y Manuel Vilariño del pabellón de España, acompañados por el grupo "los Torreznos" como artistas performers. Estos artistas gallegos, con obras diferentes, preocupados por la ecología con fotos gigantes de pájaros amordazados. En la isla de los armenios, frente al Lido, dentro del antiguo convento, Silvina Dermederditchian, argentina residente en Berlín convocó a una muestra realizada por artistas residentes en distintos lugares del mundo pero de origen armenio, sus padres o abuelos a trabajar con el tema de esa herencia, que sigue presente desde el episodio del genocidio hasta nuestros días en el imaginario de estos jóvenes artistas. Rodeando el convento una instalación de Kosuth que iluminaba las noches de la bienal.
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