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jueves 17 de julio, 2008
RICARDO GARABITO: RETRATOS COMUNES
Costa Peuser, Marcela
por Marcela Costa Peuser
RICARDO GARABITO: RETRATOS COMUNES
 

Ricardo Garabito es un retratista. Retrata personas, muchas veces anónimas y comunes y retrata objetos, generalmente ordinarios e intrascendentes. Retrata con el mismo cuidado un "Hombre con camiseta roja" que una "Bolsa rayada con naranja". Los reubica, relata sus historias y los inmortaliza. Garabito es un artista atento al mundo que lo rodea, por más pequeño y común éste que parezca.

Ricardo Garabito es un retratista. Retrata personas, muchas veces anónimas y comunes y retrata objetos, generalmente ordinarios e intrascendentes. Retrata con el mismo cuidado un "Hombre con camiseta roja" que una "Bolsa rayada con naranja". Los reubica, relata sus historias y los inmortaliza. Garabito es un artista atento al mundo que lo rodea, por más pequeño y común éste que parezca. En silencio produce y dicta clases en su taller de Monserrat.
Ricardo Garabito nace en Trenque Lauquen, en 1930. Dibuja y pinta desde muy pequeño y a la edad de 18 años se muda a la capital dónde comienza a asistir a la Asociación Estí­mulo de Buenos Aires. En 1953 llega al taller de Horacio Butler de quien recuerda su rigurosidad en el trabajo y con quien forma su mirada académica. Allí­ también conoce a Samuel Paz, con quien entabla una gran amistad.
La actual retrospectiva en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, reúne cien obras organizadas cronológicamente en núcleos que recorren las siete muestras individuales que realizó el artista en distintas galerí­as. Curada por Samuel Paz (In Memoriam) y Victoria Noorthoon, se trata del último proyecto de este destacado hombre del arte argentino que se caracterizó por su maravilloso ojo para descubrir nuevos talentos.
El primer núcleo reúne obras expuestas en la primera individual de Garabito en la Galerí­a Rubbers, en 1963. Allí­ se aprecia la mirada curiosa, el interés por la pintura popular y el sabor porteño en la obra del artista. Una etapa un tanto barroca en la que Lucilo -con todo su color y humor- es el principal exponente. Desde un principio se mantuvo al margen de las tendencias del momento y, mientras el Di Tella avanzaba, Garabito miraba el barrio porteño desde su taller. Tenaz en su búsqueda, su hambre de figuración nunca le permitió desprenderse de la realidad y es que la realidad siempre le resultó una gran seductora.
En 1966, el artista descubre al rosarino Augusto Schiavoni y comienza una gradual depuración de ese barroquismo del comienzo. Aparecen grandes espacios neutros que envuelven a sus figuras y las composiciones se simplifican. Su segunda muestra en la Galerí­a El Taller, dirigida por Nini Gómez y Leonor Vacena, en 1968, logra una importante repercusión en la prensa. Es un momento de gran reconocimiento en el que los museos adquieren su obra. La tela reemplaza al hardboard como soporte. Cambia la paleta, la pincelada se vuelve mas libre y utiliza el pincel de filetear para marcar contrastes. La exposición en la Galerí­a de Carmen Waugh, en 1971, curada por Samuel Paz, pone en evidencia un conceptualismo en la mirada del artista. Aparecen sus primeros objetos retratados -El Banco de Pablo- y sus personajes de presencia casi objetual -Figura que entra- creando una narrativa suspendida y reconstruyendo otra realidad. Hacia 1977 expone en Galerí­a Bonino y utiliza la repetición como recurso, Cecilia 3 es el mejor ejemplo. Poco a poco la obra se vuelve de una factura más rápida con pinceladas mas evidentes. Expone en Atica, en 1980 en Fundación San Telmo en 1982 y Galerí­a Ruth Benzacar en 1998. Y su última individual fue en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta en 1998. El humor, el desenfado y el grotesco son recursos que utiliza de manera creciente hacia los 90 y que también se advierten en las esculturas realizadas en cartón en un corto perí­odo en que no pintó y que remiten a plantas del delta.
Garabito es un virtuoso del color; esto puede observarse en la serie de dibujos en grafito en los que destaca un sector y con sólo dos colores -naranja y verde- crea una gama infinita de colores para ese rostro. El retrato de un balde de plástico se convierte en una clase de pintura. Es un gran artista con mí­nimos elementos. Desde el año 2000, la obra de Garabito se vuelve mas calma e intimista. Naturalezas compuestas por bolsas de mercado y algún otro elemento. Convierte un paquete de yerba mate en una obra de arte. La figura también pierde ese carácter escénico que la caracterizaba y se presenta en actitud cotidiana. Cierra la muestra un retrato de Nini Gómez, su gran amiga.
Al recorrer atentos esta importante retrospectiva de Ricardo Garabito, descubrimos el secreto del artista. Descubrimos que el valor/color de la vida está en los pequeños/grandes detalles del mundo que nos rodea, sólo tenemos que aprender a verlos. Simplemente y con una cuota de humor y picardí­a.

Hasta el 17 de junio en el Museo Nacional de Bellas Artes, Av. Del Libertador 1473

 

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