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miércoles 16 de julio, 2008
ZABALA Y ELÍA: POETAS CONCEPTUALES DE AYER Y HOY
Costa Peuser, Marcela
por Marcela Costa Peuser
ZABALA Y ELÍA: POETAS CONCEPTUALES DE AYER Y HOY
 

Los pequeños objetos comunes, el peso de la palabra y su significado, la crí­tica y la poética son elementos comunes en la obra de Horacio Zabala y Roberto Elí­a. Dos artista que transitaron la escena del arte argentino desde la década del 70; cada uno por su propia senda, construyendo un estilo minimalista y reflejando, en ambos casos, una exquisita sensibilidad.

Los pequeños objetos comunes, el peso de la palabra y su significado, la crí­tica y la poética son elementos comunes en la obra de Horacio Zabala y Roberto Elí­a. Dos artista que transitaron la escena del arte argentino desde la década del 70; cada uno por su propia senda, construyendo un estilo minimalista y reflejando, en ambos casos, una exquisita sensibilidad.

Horacio Zabala (1943), presenta en Fundación Alón sus "Anteproyectos 1973-78", una vasta producción de este artista, arquitecto de profesión, que fuera, protagonista de un momento histórico en que la experiencia estética viró radicalmente de lo perceptual a lo conceptual. En 1971 formó, bajo la órbita del CAYC, junto con Bedel, Benedit, Grippo, Pazos y Romero, entre otros, el Grupo de los Trece; un grupo que se caracteriza por la experimentación, por reflejar la problemática latinoamericana con fuerte contenido social y por rechazar el circuito mercantil del arte. En 1972, sofocado por la sensación de lí­mite que le imponí­a el papel como soporte, escribe: "Este papel es una cárcel". Un papel, previamente doblado para dejar marcas que sugieren rejas, que acentúa la dificultad de representar una idea sobre su superficie acotada, blanca y plana. En la obra de Zabala cada detalle es un mensaje, cada mí­nima intervención implica un inmenso significado, es una obra profundamente reflexiva que cuestiona la esencia del hombre y la obra misma. Una obra comprometida con el momento histórico, con nuestro drama de los 70 y su propia trama existencial. A partir de este momento Zabala se libera y comienza a utilizar elementos encontrados -botellas, sellos y cartografí­as- para desarrollar su propia teorí­a del arte: el arte es una cárcel que el artista no puede evitar. Teorí­a que adquirió una nueva dimensión cuando descubrió el cuento de Borges en el que el mago Azteca Tziincán, en el silencio de su cautiverio, se propone recordar todo lo que sabí­a y recupera así­, su libertad imaginaria.
Roberto Elí­a (1950), presenta en la Galerí­a Jorge Mara una nueva serie de objetos y collages. Cada obra cuenta una historia, cada caja es un escenario, en miniatura, del gran teatro de la vida. Utiliza, desde siempre elementos comunes: broches de ropa, pizarrones, paréntesis que, en cada nueva instancia, adquieren un significado diferente. Se trata de objetos que encuentra y re-encuentra a lo largo de su vida, como es el caso de los broches. Broches que provienen de la terraza de su niñez y que fueron utilizados en sus juegos; mas tarde, en tiempos de desayunos y cafés en bares porteños, fueron las cuñas que evitaban que la mesa se moviera. Broches de madera que se convirtieron, finalmente, en parte esencial de su obra. Y es que el broche funciona como un punto de encuentro entre el espectador y la obra, es un elemento fácilmente reconocible que permite entrar en el juego. Y Elí­a es un experto en el juego de crear relaciones. Su gran capacidad de intercambiar y combinar elementos, le permitió abrirse y abrir al espectador un mundo donde todo es posible. Esto es, justamente, parte del ejercicio de su obra: tomar conciencia que toda certeza puede dejar de serlo. Algo que aprendió cuando su formación rí­gida en un colegio católico sufrió el primer embate y entró a la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano y mas tarde se contactó con la apertura del Instituto Di Tella. Curioso, sensible y analí­tico, siempre le interesó trabajar con la palabra, con todas sus referencias, cruces y posibilidades -incluso cambiar una letra por otra en una palabra en una situación puramente plástica- y profundizar en el sabio concepto de que la vida es juego.

En El Borde, Arte Contemporáneo, tenemos la oportunidad de dejarnos sorprender una vez más por ambos artistas. Zabala presenta allí­ sus obras recientes en las que se reconoce la inclusión del humor y su búsqueda por obtener la complicidad del espectador -como cuando nos presenta a Mondrian en un libro y de un solo vistazo- y el placer que descubrió al construir manualmente modelos reducidos de sillas, actividad que lo transporta a una dimensión zen. Elí­a por su parte exhibe en esta galerí­a sus dibujos y pinturas en los que explora otra escala y en los que también se reconoce un espí­ritu oriental: entre dos grandes telas cuelga la herramienta, una gruesa caña que sostiene un manojo de paja todaví­a manchada con tinta y con la que el artista dibujó. El broche esta vez está presente en forma de cuña que sostiene una gran pintura negra en la que sólo se distingue el pulso del artista.

Horacio Zabala y Roberto Elí­a, dos claros ejemplos de una poética conceptual que sigue vigente.

Fundación Alón, Viamonte 1465, hasta el 30 de junio
Galerí­a Jorge Mara, Arenales 1321, hasta el 14 de mayo
El Borde, Arte Contemporáneo, Uriarte 1356.

 

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