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Los pequeños objetos comunes, el peso de la palabra y su significado, la crítica y la poética son elementos comunes en la obra de Horacio Zabala y Roberto Elía. Dos artista que transitaron la escena del arte argentino desde la década del 70; cada uno por su propia senda, construyendo un estilo minimalista y reflejando, en ambos casos, una exquisita sensibilidad. |
Los pequeños objetos comunes, el peso de la palabra y su significado, la crítica y la poética son elementos comunes en la obra de Horacio Zabala y Roberto Elía. Dos artista que transitaron la escena del arte argentino desde la década del 70; cada uno por su propia senda, construyendo un estilo minimalista y reflejando, en ambos casos, una exquisita sensibilidad.
Horacio Zabala (1943), presenta en Fundación Alón sus "Anteproyectos 1973-78", una vasta producción de este artista, arquitecto de profesión, que fuera, protagonista de un momento histórico en que la experiencia estética viró radicalmente de lo perceptual a lo conceptual. En 1971 formó, bajo la órbita del CAYC, junto con Bedel, Benedit, Grippo, Pazos y Romero, entre otros, el Grupo de los Trece; un grupo que se caracteriza por la experimentación, por reflejar la problemática latinoamericana con fuerte contenido social y por rechazar el circuito mercantil del arte. En 1972, sofocado por la sensación de límite que le imponía el papel como soporte, escribe: "Este papel es una cárcel". Un papel, previamente doblado para dejar marcas que sugieren rejas, que acentúa la dificultad de representar una idea sobre su superficie acotada, blanca y plana. En la obra de Zabala cada detalle es un mensaje, cada mínima intervención implica un inmenso significado, es una obra profundamente reflexiva que cuestiona la esencia del hombre y la obra misma. Una obra comprometida con el momento histórico, con nuestro drama de los 70 y su propia trama existencial. A partir de este momento Zabala se libera y comienza a utilizar elementos encontrados -botellas, sellos y cartografías- para desarrollar su propia teoría del arte: el arte es una cárcel que el artista no puede evitar. Teoría que adquirió una nueva dimensión cuando descubrió el cuento de Borges en el que el mago Azteca Tziincán, en el silencio de su cautiverio, se propone recordar todo lo que sabía y recupera así, su libertad imaginaria. En El Borde, Arte Contemporáneo, tenemos la oportunidad de dejarnos sorprender una vez más por ambos artistas. Zabala presenta allí sus obras recientes en las que se reconoce la inclusión del humor y su búsqueda por obtener la complicidad del espectador -como cuando nos presenta a Mondrian en un libro y de un solo vistazo- y el placer que descubrió al construir manualmente modelos reducidos de sillas, actividad que lo transporta a una dimensión zen. Elía por su parte exhibe en esta galería sus dibujos y pinturas en los que explora otra escala y en los que también se reconoce un espíritu oriental: entre dos grandes telas cuelga la herramienta, una gruesa caña que sostiene un manojo de paja todavía manchada con tinta y con la que el artista dibujó. El broche esta vez está presente en forma de cuña que sostiene una gran pintura negra en la que sólo se distingue el pulso del artista. Horacio Zabala y Roberto Elía, dos claros ejemplos de una poética conceptual que sigue vigente.
Fundación Alón, Viamonte 1465, hasta el 30 de junio |