El Museo Nacional de Bellas Artes inauguró su programación con una muestra dedicada al maestro en la que recorre los últimos 20 años de su obra.
Fue noticia. La exposición de Macció en el MNBA procovó, desde el primer momento, admiración incondicional y también, no lo neguemos, fuerte desconcierto en no pocas apreciaciones. A más de uno le gustaron muchísimo algunas obras y otras bastante menos. Se entiende. La pluralidad de soluciones pictóricas es apabullante.
Avanzaremos aquí algún "punto de vista" (las llamadas evaluaciones no son otra cosa). Por lo pronto es evidente que Macció hace lo que quiere cuando pinta lo que ve, siente y piensa. Pinta lo que es pintura y el mismo acto de pintar. Lo hace en el plano bidimensional. Se ha dicho que la pintura es arte del espacio y la música y literatura lo serían del tiempo. ¿Qué sugiere esta producción?
Dos magistrales paisajes de Castilla certifican lo primero, pero las delirantes muchachitas aplicadas al arte de la computación ("El viaje"y "Cyber" ) nos hacen dudar. La primera, flotando entre ráfagas violentas se inclina frenética sobre el tablero mientras que de la otra, ya esquizofrénica, quedan sólo las manos para teclear. Aprovechando la alienada velocidad de la tecnología, Macció hace de la pintura un arte del tiempo, sin olvidar, por cierto, que de espacialidad pictórica se trata. En "Automóviles en invierno, automóviles en verano", el dominio lineal une a la vertical la imponente diagonal curvilínea para potenciar una perspectiva multiespacial. En cambio, en "Vidrios y automóviles", unos pocos vehículos son pretexto para el relampagueante reflejo de ventanas que se desploma cual torrente luminoso, soberbio. Temporalidad fluyente. Qué decir del "Castello dell' Ovo", de Nápoles. Habíamos visto en otra obra el esplendoroso castillo, reconoscible, en ésta se percibe ahora la síntesis abstracta de un plano ocre agrisado, levemente irregular, sobre fondo más oscuro, casi luz mortecina que se va apagando en la memoria. Pintura en su expresión mínima. Nada que ver con el minimalismo. Es pintura en el acto de aparecer encarnando, con vehemente arrojo imparable, el tiempo que fuga. Pintura como la Boca, Barroca (él dice). Arte que habla del tiempo, del devenir, del movimiento de las aguas, de la cresta de las olas como del derretirse de las pagodas. En este sentido es emblemático, nos parece, el cuadro "Nocturno circular". En el borde se repiten los ritmos del movimiento curvilíneo, constante, siempre igual. El círculo oscuro del centro es quizá indeterminación pura, tiempo de espera, germinación aún invisible. Pintura en estado naciente (recordando a Merleau-Ponty).
No habría que olvidar, siempre en esta amplia muestra del Museo -vimos recientemente varios trabajos en la Fundación Klemm, como anticipo- que ciertas imágenes se empeñan en "decir", con señalamiento figurado, tácito. Hay personajes femeninos que le apuntan con el dedo a los oleajes. Macció pinta mujeres. El hombre de "la lista de sábana" y el chino son excepción. Ironía y crítica mordaz ("Aguas argentinas") afloran en una praxis que no le escapa al comics y a meter el dedo en la llaga con escepticismo profundo. Pintura que habla del acto de pintar, se anotó. No otra cosa es, en "Otoño", la dama de espalda desnuda y cabello arrebatado empuñando el pincel lanzado al acto de pintar, mientras las hojas caen dulcemente. Y los cuadros pictóricos, aéreos, en los audaces recuadros blancos que flotan entre lanchones y puente, en "Ventanas hacia la Boca". Ventanas, vidrieras y reflejos, ficciones: Pintura. ¿Quién es entonces este Rómulo Macció que nos lleva a intentar calibrar qué es el arte y qué es lo que hacen los pintores? Parece fácil, flor de pintor. Saquemos lo de flor, no me gusta, es un maestro. Es verdad pero no basta. En fin, es él; lo conocemos. Lo interesante es que permite exclamar ¡viva la pintura! No es poco, hoy. Hasta el 22 de abril, MNBA, Av del Libertador 1473. Perfil Nace en Buenos Aires en 1931. Pintor autodidacta hizo su primera muestra en 1956. Al año siguiente integró el grupo de los 7 Pintores Abstractos. También formó parte del Grupo Boa junto a Clorindo Testa y Rogelio Polesello. En 1961 con Ernesto Deira, Luis Felipe Noé y Jorge de la Vega funda el Grupo "Otra Figuración", con quienes realizará varias exposiciones, entre ellas en el Museo Nacional de Bellas Artes y en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro en 1965. Expuso en innumerables ocasiones en nuestro país y realizó muestras en París, México, Nueva York, Milán, Munich, Madrid y Edimburgo entre otras ciudades del mundo. Ha obtenido entre otros el Primer Premio internacional del Instituto Di Tella, el Guggenheim y el Gran Premio de Honor del Salón Nacional.
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