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Arboledas frondosas, largas y tórridas siestas, tormentas apocalípticas, veredas brillantes son rasgos que distinguen a Mendoza tanto como el vino y los viñedos. Pero marzo es mes de vendimia y es imposible eludir tal hecho, porque te encuentras que todo alude a ella de manera más o menos sutil. |
Tiempo de cosecha
Arboledas frondosas, largas y tórridas siestas, tormentas apocalípticas, veredas brillantes son rasgos que distinguen a Mendoza tanto como el vino y los viñedos. Pero marzo es mes de vendimia y es imposible eludir tal hecho, porque te encuentras que todo alude a ella de manera más o menos sutil. Es una identidad fuerte que se inmiscuye y atraviesa la cotidianeidad de todas las actividades. Las artísticas no escapan a ella. Temprano, en enero, comienzan a brotar las exposiciones como "Pintores en Vendimia", "Vendimia en el arte", "Vendimia Gay", "Vendimia Electrónica", que con mayor o menor carisma ofrecen su retórica visual ineludible. De todos ellos, dos proyectos tuvieron la curiosa coincidencia de invitar a participar del ciclo completo: de la producción al consumo en el corto lapso de los festejos. Uno de ellos fue la "Vendimia Transgresora", curioso apelativo que lanzado desde el ámbito oficial de la cultura describía la convocatoria a realizar esculturas cromáticas en material inflamable (cañas, papel, trapos, cartón), para ser quemadas, excepto una, que seleccionada por un jurado se convertiría en La Perdonada. Y como reseña Eva Rodríguez en un interesante artículo, nada menos transgresor que aquello que pretende serlo y que se asentaba sobre los tópicos más remanidos que sobrevuelan el tema y recoge con variaciones la tradición valenciana de Las Fallas. |