Una valija contiene jabón, esponjas, cepillos, trapos, aerosoles y todo nos dice que es un aparador para estar ubicado en alguna cocina o lavadero de cualquier casa. Pero, en verdad, nada de eso. Su lugar es un museo. Y esto es algo a lo que ya nos tiene acostumbrado el arte contemporáneo, porque tampoco está "acomodado" por cualquier ama de casa sino que está "realizado" por George Bercht, artista de renombre y uno de los integrantes del grupo Fluxus. A la obra de estos pioneros está dedicada Una historia con muchos nudos. Fluxus en Alemania 1962-1994 y puede visitarse en el Malba hasta el 30 de enero. Son alrededor de 200 obras que incluyen un abundante material de archivo -cartas, grabaciones, partituras- y Fluxus Films editado por George Macuinas, líder del grupo.
Para un público no aficionado ver un piano sujetado a carros de supermercados y valijas puede resultar impactante, pero para Joseph Beuys, Nam June Paik, Ben Vautier, John Cage, Wolf Vostell, Takako Saito y Dieter Roth, alguno de los integrantes del grupo, este tipo de obras no eran más que poner en escena el espíritu crítico y el afán de hacer anti-arte.
Desde Alemania fue que Fluxus llegó a tender redes por las ciudades más importantes del momento: Nueva York, París, Londres, Tokio, entre otras. Fundado en 1962 por Macuinas, el grupo realizó ese mismo año su primer "Festival Fluxus" el cual concentro las más diversas disciplinas artísticas; una forma de hacer "arte" con un marcado eje en la interdisciplinariedad.
Nada de instrumentos ni sonidos tradicionales para un objetivo antiartístico. Por eso para hacer música usaron como materia los ruidos cotidianos y los enlaces azarosos. A su base Cage aportó el principio de indeterminación con el que producía uno de los grandes aportes a la música del siglo XX. En la muestra se encuentran obras que han sido inspiradas en este sentimiento de "anti-música". Knizak realiza "Música destruida", disco roto en pedazos pero hoy elevado a la categoría de objeto artístico.
En medio de un clima neodada, la búsqueda de reconciliar el arte con la vida era planteado a través de acciones. Para esto continuaban con ese patrón básico, se buscaban acciones "simples", cotidianas como sentarse en una silla y tomar cerveza o estornudar. Postularon sus acciones contra el objeto artístico como mercancía, postura que estaba acompañada de una crítica hacia el sistema imperialista como también a la profesión de artista; todo esto con el fin de alimentar la crítica a la institución (museo). En el conjunto de las obras presentadas se destaca la instalación de Paik "Creo en la reencarnación. Quiero ser una rana en mi nueva vida", realizada con catorce monitores y una rana de plástico. La exposición es acompañada por un ciclo de conferencias destinadas a revisar los aportes del grupo dentro de la historia del arte. Hasta el 30 de enero de 2007, en el MALBA, Figueroa Alcorta 3415.
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