Batlle Planas, una imagen persistente" es la pequeña gran muestra en homenaje a Juan Battle Planas (Cataluña 1911-Buenos Aires 1966) desplegada en la sede de Fundación Alon para las Artes, con la curaduría de Gabriela Francone, que eligió presentar un notable período de la obra del artista.
Las obras presentadas, de entre 1935 y 1946, confirman que, aún cuando se le atribuye ser uno de los principales impulsores del surrealismo, las etiquetas no alcanzan para designar al multifacético perfil de Battle Planas, que fue pintor, escenógrafo, grabador, ilustrador, grabador de metales. Humanista curioso, poeta y maestro de maestros (como Roberto Aizenberg), Battle también se interesó por la filosofía y el psicoanálisis, por distintas vertientes espirituales y cierto esoterismo.
Francone seleccionó piezas -temperas, dibujos, collages y bocetos- de distintas series, todas en pequeño formato. Para ampliar la perspectiva sobre el artista, que tuvo su primera individual en 1939, es preciso recordar que a lo largo de su vida también completó veintisiete murales.
Algunos de los deliciosos collages (que él llamó "Montajes") en exhibición dan cuenta de su interés por los estados de la mente, mientras que los dibujos ponen en acto su predilección por la escritura automática. En tanto, las espléndidas "Radiografías paranoicas" reflejan una innegable ironía, de una mirada liberadora que se entretiene con lo oculto y deficitario que, sin embargo tienen algo de festivo, a la manera de los esqueletos y calaveras que se multiplican en el cotillón y en los dulces con que los mexicanos celebran el Día de los muertos. Con el mismo método de las "radiografías", Battle realizó otras obras pobladas de enigmáticos signos que solamente el artista puede descifrar cabalmente.
Por su parte, las témperas de la serie "Tibet" describen otro tipo de fragilidad, más vinculada a lo metafísico. Algunos de los personajes, facetados, de esa y otras series, se encuentran insertos en medio de misteriosas soledades o rodeados de una parafernalia -antenas y dirigibles, instrumentos de medición, extrañas piedras ¿filosofales?- que resultan anticipatorias de un mundo donde las máquinas tienden a reemplazar muchas acciones de los seres humanos.
Entre las perlitas se puede ver el "Verdadero retrato del Conde de Lautréamont hecho por Juan Battle Planas quien fue su contemporáneo y amigo", una afectuosa y lograda tinta de 1942. La curadora, Gabriela Francone, es también responsable de la investigación y del ensayo principal del libro-catálogo que lleva el mismo nombre de la exhibición, "Battle Planas. Una imagen persistente", con introducción de Rosa María Ravera, editado por Fundación Alon para las Artes. Hasta el 29 de diciembre, en Fundación Alon para las Artes, Viamonte 1465, Pª 10
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