Con un balance muy positivo cerró la sexta edición de Expotrastiendas 2006, organizada por la Asociación de Galerías de Arte (AAGA), una feria que busca ocupar su lugar en la segunda mitad del año y que apuesta a un arte pluralista. El cambio de fecha fue un acierto: cerca de 60.000 personas visitaron la exposición, un 25% más que en noviembre de 2005 y las ventas fueron claramente superiores lo mismo que la puesta general.
Para todos -público, coleccionistas, galeristas, y artistas- la opinión fue unánime: la feria está mejor y hay que seguir madurando la propuesta. Apostar a la calidad es claramente el camino del crecimiento y en algunos casos todavía hay que ser mas exigente en la selección.
Probablemente estudiar una mejor sectorización de las tendencias ayudaría a que se luzcan mejor las distintas propuestas.
Este año se rindió homenaje al arte de los 50 y en muchos casos éste fue el hilo conductor de varias galerías que presentaron obras de esa época de nuestros consagrados. En la galería Archimboldo una obra informalista de Marta Minujín fue centro de atracción junto a las de Dalila Puzzovio y Charlie Squirru, ambas muy matéricas. Como contrapunto la galería presentó, en otro sector, una inmensa raqueta formada por monedas de Benito Laren, inquietante obra de Dolores Zorreguieta y pinturas de Marcelo Bordese.
Daniel Maman, presente por primera vez en la feria, se destacó con una cuidada e inteligente selección de papeles -tintas, dibujos y pasteles- de los representantes de la Nueva Figuración: Yuyo Noé, Ernesto Deira y Rómulo Macció. Un par de tintas de Guillermo Roux de los 60 y un excelente collage de Liliana Porter. La propuesta se completó con una impactante escultura de hierro negra y amarilla de María Juana Heras Velasco y un par de óleos de Mario Gurfein, puertas que nos abren a sus mágicas atmósferas. El patio de esculturas, curado por la misma galería, reúne obras monumentales de Hernán Dompé, Alicia Penalba y Bastón Díaz.
Los clásicos de nuestra historia del arte también tuvieron su lugar en la feria: un magnífico Fernando Fader expuesto en Arte Norte Argentino batió el récord al confirmarse su venta en US$ 180.000.- Alfredo Cataldo presentó magnífica obra de Pío Collivadino y un par de muy buenos gofrados de Berni. Castagnino Roldán además de la clásica obra de Juan Carlos Castagnino presentó dos joyitas de los años 60 de Luis Wells junto a piezas únicas de los artistas de los 80: Lecuona y Monzo.
Osvaldo Centoira presentó un espacio de neones al que le sobró talento y le faltó espacio para que se luzcan mejor; piezas de Marta Minujín, Juan Melé, Nora Iniesta, Monferrán, Carlos Malvestiti, Italo Chiantote y Ari Brizzi, entre otros.
Una de las mejores propuestas que hacen foco en el arte contemporáneo fue la de Insight Arte, de Paula Coppa, con una excelente selección de obras de López Armentía, Víctor Chub, Miguel Ortemberg, Ricardo de la Serna y Patricio Larrambebere y Martín Kovensky. Teresa Anchorena repitió su apuesta de arteBA con el joven chaqueño Milo Lockett y presentó la obra de Juan Andrés Videla, una fascinante rueda que al girar permite descubrir mínimos paisajes realizados en grafito y que emergen sutiles iluminados por la luna. La impecable propuesta de Aldo de Sousa reunió obra de sus jóvenes artistas, Juan Ranieri, Karin Godnik, Gabriel Berlusconi y Víctor Montoya. Agustina del Campo y Mercedes Pintos, dos jóvenes galerías que lograron una excelente performance, una con la colorida obra de Julio Fierro, y la segunda con los interiores de colectivos de Damián Crubellati y los retratos de Julio Chalie. Dentro de esta línea contemporánea se destacaron las propuestas de Pabellón 4, con obra de Rubén Grau, Florencia Salas, con los personajes del pasado de Carolina Porral atrapados en una galería de mínimo formato. Los relieves realizados en resina poliéster de Marcela Aphalo en Bab-art y Campo Sugar, un colectivo de artistas integrado por Leonel Alexander Marchesi, Damián Lucini y Miguel Ronsino. Por su parte VYP sorprendió con la obra del tucumano Alejandro Contreras y sus curiosos e inconfundibles personajes.
En esta edición de la feria no sólo participaron galerías: Marco Otero fue invitado especialmente por ser considerado el último de los informalistas de la época y dejó su impronta. Cristina Piceda, impactó con sus trabajos recientes, especialmente con una obra realizada en mármol negro de Bélgica que custodiaba la entrada del espacio. Jesús Marcos una vez más demostró con hechos y ventas que su obra encanta al público. Raúl Díaz volvió a maravillarnos con la mágica sutileza de sus tallas; como en cada nueva muestra, toda obra inédita. Alvear Joyas sigue apostando a posicionarse también como espacio de arte y presentó a Cristina Trovato, Jorge Rivara y Luis Grosclaude. El taller de Julián Agosta se mudó a la feria y nos permitió conocer la importante y variada producción de sus artistas. La fotografía también ocupó un lugar destacado: Gaby Dibar presentó paisajes en blanco y negro de Diego Ortiz Mujica y el color sólo quedó reservado para detalles de la naturaleza de Raquel Bordelois, mágicas imágenes abstractas que pintan cortezas húmedas. En Arkis se destacaron las arquitecturas Hugo Aveta y de Elda Harrington. El arte emergente llegó de la mano de Appetitte y se desparramó en la entrada. En fin, una feria que año a año sigue madurando, en busca de su propio perfil.
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