Tras emigrar de Argentina hacia finales de la década del sesenta, David Lamelas construyó una carrera artística internacional destacada. Luego de ser el representante nacional en la polémica Bienal de Venecia de 1968, el artista decidió quedarse en Europa, lugar por demás adecuado para el tipo de obra conceptual que estaba desarrollando por aquel entonces.
Ya en el Instituto Di Tella había abandonado progresivamente la pintura y se había dedicado a la producción de instalaciones y estructuras primarias. En los años siguientes -los que abarca la exposición Lo Súper-Real (1969-1984) que se exhibe actualmente en el Malba- Lamelas se inclinará por la fotografía, el cine de autor y el video, un medio muy joven por el que pocos creadores sentían simpatía aun.
Utilizando estos medios, el artista emprende una serie de obras en la línea de la crítica institucional que comenzaba a reflexionar, criticar o deconstruir el sistema del arte, sus circuitos de circulación y sus particulares formas de otorgar valor y sentido. Al mismo tiempo, realiza un análisis sistemático de los propios medios con los que trabaja, poniendo en evidencia su funcionamiento, en el contexto de un mundo que se vuelve cada vez más mediático.
Su obra deriva naturalmente hacia el ámbito de los medios de comunicación, la publicidad y el mundo del consumo, poco tiempo antes que estos espacios comenzaran a ser el blanco de las prácticas neo-conceptuales. Su llegada a Los Ángeles y su coqueteo con el cine hollywoodense tienen mucho que ver con esto. A lo largo de los setenta y principios de los ochenta, su obra en video emprenderá una deconstrucción sistemática del cine comercial, a través de piezas que ponen el acento en la espontaneidad, la parodia y la mezcla de la ficción con los acontecimientos que signan el momento de su producción.
Esa tensión ambigua entre realidad y ficción es el eje fundamental que eligió la curadora, Inés Katzenstein, para seleccionar las diez piezas con las que se cifra la obra de Lamelas en el período que abarca la exposición. Todas ellas son obras claves, muchas de ellas inéditas en nuestro país, pero esenciales a la hora de comprender la compleja labor que Lamelas desarrolló fuera de la Argentina, en un período de la historia del arte tan impreciso, incluso a nivel internacional, y que hoy es centro de numerosas revisiones, muchas de las cuales han tenido al artista argentino como protagonista.
Katzenstein se concentra igualmente en el entorno inmediato del artista como sustrato en el que germinan gran parte de los trabajos de aquel período. Del ámbito institucional de galerías y museos, analizado minuciosamente en Estudio de las relaciones entre el espacio interior y exterior (película incluida en una muestra paralela de filmes), al entorno de sus amigos artistas (como Marcel Broodthaers y Kaspar Kí¶ning, retratados en la serie Antwerp-Brussels. People and Time), o el entorno de sus compañeros de aventuras (como Hildegarde Duane, la artista con la que realizó numerosos filmes), las relaciones de Lamelas con sus contemporáneos parecen haber sido una fuerza productiva detrás de su obra. La muestra pone de manifiesto también a un verdadero artista de ideas, preocupado por los mecanismos de producción de sentido, los procesos de la creación, la creciente indefinición de la obra artística. Una exhibición que en las puertas del siglo XXI todavía tiene mucho para decirnos sobre el devenir del mundo artístico. Hasta el 20 de noviembre en el Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415
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