Durante los últimos días abrieron sus puertas en Buenos Aires numerosos salones que exponen obras premiadas o seleccionadas en distintos concursos. Algunos más tradicionales, como el Trabucco, otros con una propuesta federal, como el de la Fundación OSDE y otros con una fuerte apuesta a nuevos lenguajes y tecnologías, como el organizado por la UADE, Universidad Argentina de la Empresa, los premios tienen un peso importante en el circuito artístico local, más allá que los valores que promueven. Pero ¿qué significa exactamente recibir una distinción de este tipo, hoy en nuestro país? Difusión, competencia, reconocimiento, estímulo, consagración, legitimación y muchos otros efectos tienen hoy en día los premios. En un país con un pasado caracterizado por los quiebres dramáticos y la falta de continuidad institucional, los concursos han variado y modificado sus perfiles a lo largo de los años. Pero todos ellos mantienen una finalidad última en común, ligada a la necesidad de "difundir" el trabajo de los artistas locales, además de contribuir en la conformación de un mercado. De que hablamos cuando hablamos de concursos
"Los salones son una forma de generar una difusión más allá del coleccionismo y contribuyen a la conformación de un campo artístico y un mercado", comentó a Arte al día María José Herrera, curadora del Museo Nacional de Bellas Artes, "esa fue la finalidad de la creación del Salón Nacional, en 1911", según explicó la especialista.
Generar premios, por parte del Estado o instituciones privadas, posibilita una salida y una exposición al público de artistas, además de fomentar una competencia entre iguales o distintos. "La posibilidad de medirse con los pares es muy importante, como parte de un proceso de madurez", señaló Herrera. Y comentó que "si bien hoy no existe un premio fuertísimo, como el Salón de París en el siglo XIX, los premios han modificado sus perfiles y se constituyen como legitimadores de tendencias artísticas y estéticas".
Pero también se trata de un "rol compartido con las galerías, los museos y otros operadores del campo artístico". Es decir que hoy en día los premios tienen una relevancia de conjunto, con el resto de los operadores del mundo del arte. No importan tanto aisladamente, sino que constituyen parte de la legitimación que pueden recibir un artista o una tendencia.
Por otra parte, si bien los premios son importantes, "hoy en día no garantizan que el mercado absorba a los ganadores y los catapulte directo al MOMA sin escalas", confesó Herrera, quien demás subrayó que "hay infinitas miradas que aportan vías de reconocimiento y hoy por hoy, un premio es un agente más, que tiende a generar un perfil distintivo". Pero ¿qué significa un premio para un artista? "Una inyección de reconocimiento y estímulo para seguir trabajando, dejar de mirarse el ombligo y ver qué pasa con la obra cuando sale al mundo", explicó Herrera. Y sobre todo, una manera de seguir vivo, según dijo Aurelio Macchi al recibir el Premio "Jorge Romero Brest" a la trayectoria artística, otorgado por la Asociación Argentina de Críticos de Arte, "Siento que trabajar es vivir sin morir, eso es mi vida", comentó al agradecer la distinción. Un reconocimiento a la trayectoria
"Estoy muy contento, porque es una de las distinciones más importantes en el país y es todo un reconocimiento", dijo Rogelio Polesello a Arte al día, tras recibir por su obra "Landing" el Premio Trabucco, en la categoría de pintura, otorgado por la Academia Nacional de Bellas Artes. Por su exploración del universo de la abstracción, también fue distinguido con el Premio "Aldo Pellegrini" al artista del año, otorgado por la Asociación Argentinas de Críticos de Arte, galardón que compartió con Fermín Eguía.
Para María José Herrera, los premios tienen diferentes valores y en el caso del Trabucco está más ligado a lo académico.
"Es muy importante y muy consagratorio" aseguró Olga Autunno, que este año resultó ganadora en la categoría de grabado. En su caso, el premio le llega tras 25 años de trabajo, en Argentina y en el exterior. La artista confesó que a pesar de ser una de las invitadas a participar en el premio con gente de mucha trayectoria, "no lo esperaba". Hoy en día, este premio es una de las distinciones más significativas y un homenaje al artista Alberto J. Trabucco, quien se destacó a fines de los años 20, con una pintura figurativa de índole introspectiva. Un premio federal
En septiembre se entregó el Premio Nacional de Artes Visuales 2006, organizado por la Fundación OSDE, que desde hace 14 años desarrolla proyectos culturales que tienden a fortalecer la integración regional de la Argentina. Para garantizar el carácter federal del certamen, los organizadores dividieron el país en ocho secciones geográficas que otorgaron premios regionales. En total se entregaron 12 premios nacionales y 32 regionales en cuatro disciplinas: pintura, escultura, grabado y fotografía.
De los casi siete mil artistas que respondieron a la convocatoria, en "pintura", el primer Premio Nacional lo obtuvo Silvana Lacarra y el Primer Premio en Escultura fue para Martín Di Girolamo.
María José Herrera fue dos veces integrante del jurado por la región del Noreste. "Fue una experiencia muy interesante, porque me permitió ver cosas que no conocía porque no llegaban a Buenos Aires", contó la especialista, que define esta experiencia como un "mapeo de formas de ver", que permite a los críticos acercarse a la producción artística en zonas del país que desconocen. Según Herrera, "entre los miembros del jurado hay discusión interesante y polémicas enriquecedoras". De ese modo, fluyen diferentes criterios, a medida que se reconoce la importancia de un tema en el conjunto de obras presentadas y se determina qué aporta cada una en ese contexto. Piedra libre
También con una propuesta federal, abrió sus puertas al público la muestra de arte contemporánea Cultura Chandon Salta 2006, en su cuarta edición. La peculiaridad de este concurso va más allá de su apertura geográfica, con una propuesta que invita a participar a artistas de todo el país, sino que por sobre todo, fomenta una total libertad en cuanto a la técnica, el tema y la disciplina. Pinturas, grabados, fotografías, videos, instalaciones y obras digitales conviven en una competencia en la que las estéticas y las problemáticas se diferencian notablemente. De las 1200 obras que se presentaron este años fueron seleccionadas 60. El Primer Premio, con un valor de $15.000 fue para una fotografía "Barón en un cerrito", de Adriana Bustos, de Córdoba. Juventud, divino tesoro
Con el objetivo de fomentar la actividad cultura en e país y promover el desarrollo de la sensibilidad artística en la juventud, la Universidad Argentina de la Empresa organizó este año el 1er. Concurso nacional UADE de Pintura + Arte Digital /Video Arte.
En la categoría de pintura resultaron ganadores Juan Astica y Fabian Jiménez, quienes recibieron el Gran Premio Adquisición y Primer Premio Adquisición, respectivamente. En el rubro Video Arte/arte Digital, obtuvieron esas distinciones Leonello Zambón y Mariela Yaregui, respectivamente. Otro caso de premio que atrae a los más jóvenes, es el Premio Mamba - Fundación Telefónica, que este año tuvo su cuarta edición. Actualmente y hasta el 22 de octubre se exponen en la sede de la fundación las obras ganadoras y seleccionadas en las categorías de video arte, multimedia, arte digital, proyecto experimental limbo y el Gran Premio a las Nuevas Tecnologías, que este año fue para Martín Bonadeo, con su escultura Moebius Display. Simultáneamente y también con un perfil que apunta a las nuevas tecnologías se exhiben en el Palais de Glace, del 31 de agosto al 17 de septiembre las obras correspondientes a las categorías de fotografía, instalaciones y nuevos soportes del Salón Nacional de Artes Visuales 2006.
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