Ya sabemos que el tiempo cura todo tipo de herida, pero nunca está de más recordarlas cada tanto, más aún, cuando están en juego distintos momentos de nuestro pasado. Lo que el tiempo se llevó es una de esas exposiciones con las que habría que empapelar la ciudad para cultivar la memoria del transeúnte más desprevenido. Una veintena de estas obras puede verse durante todo el mes de septiembre en Galería Vasari.
Si hay un término que define las obras de Alberto Klix, sin duda alguna, es el de la ironía. Al ver sus trabajos, un primer sentido evidente revela que hay otro mucho más profundo. Determinadas señales de su pintura -como el uso de frases, la superposición de personajes y escenas o simplemente nuestro conocimiento de la realidad- nos advierten que debemos prescindir de su sentido más superficial y sustituirlo por su contrario.
Casi como en un grotesco discepoliano, sus obras conjugan lo cómico y lo trágico. Sino qué decir de "El eternauta y la eterna historia", obra a la que hay que recorrer paso a paso para no perder detalle. La casa rosada es el telón de fondo, en primer plano reina, en sentido piramidal, una confusión de cuerpos, algunos muertos pero también otros vivos. En medio de ese tumulto, están presentes los caídos en distintos combates de nuestra historia, los manifestantes con sus pancartas, algún político con su discurso en mano y una paloma blanca que intenta remontarse... ¡menos mal! Pero no es todo: en el cielo negro, Klix coloca un souvenir: un helicóptero que empieza a volar y sobre la muchedumbre de gente, un eternauta con una banderita argentina en alza y la célebre frase "sean eternos los laureles". A este tipo de obras hay que sumarle aquellas que remiten al imaginario del cine nacional con la infaltable presencia de la Coca Sarli. Las obras de la exposición juegan no sólo con la ironía sino también con elementos del kitsch (Sarli en las películas de Armando Bo, por ejemplo) y cierta desproporción entre los objetos, procedimiento donde el artista ubica su discurso irónico. ¡Imperdible! Hasta fin de septiembre, en Vasari, Esmeralda 1357
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