News Argentina
Entrevistamos a Juan Carlos Distéfano, en la galería, pocos días antes de la inauguración de su muestra. Un artista íntegro que conjuga la nobleza del oficio con la alegría de la experimentación. |
Entrevistamos a Juan Carlos Distéfano, en la galería, pocos días antes de la inauguración de su muestra. Un artista íntegro que conjuga la nobleza del oficio con la alegría de la experimentación. Una obra sin grietas con la que logra una complicidad como la que tiene con su compañera de vida, Griselda Gambaro. Una voz que despierta ecos en quien lo escucha, ecos de sus propias certezas.
Esta es una verdadera historia de amor. Una historia que comenzó hace años en algún rincón de la infancia, allí donde la memoria se esconde. Una historia que se renueva día a día con la fuerza de la pasión. Una historia que se nutre de una caricia tibia y precisa y que se dibuja con la imagen rotunda nacida del fondo del corazón.
El sol amanece temprano en La Boca; se despereza en las calmas aguas del Río de la Plata y sus primeros rayos pintan de colores primarios las anónimas barcazas. Luego, muy lentamente se introducen en el patio. Un pájaro canta , su canto despierta a otro y éste a su vez a otro. Un hombre abre los ojos y agradece el nuevo día. Es agnóstico, no cree en Dios pero sí en la Naturaleza y en su propia naturaleza. En su naturaleza humana, sabia y creadora. El hombre tiene la imagen. Cierra los ojos, la observa; la dibuja una y otra vez. Vuelve a cerrar los ojos, la modela, la acaricia, la siente. profundamente agradecido, inmensamente feliz.
¿Cómo es mi rutina de trabajo? Me despierto muy temprano, cerca de las cinco de la mañana y me levanto sin molestar a Griselda; llego al taller entre las seis y las siete. ¡Me encantan las mañanas con el sol de La Boca! Soy muy lento y cada obra me lleva mucho tiempo; la serie Kinderspelen me llevó tres años. La primera imagen de una obra surge completa. Ya tiene volumen y color, incluso una posición. Trato de dibujarla desde todos los ángulos posibles, pero el mismo material me va indicando por dónde seguir. Trato de no obsesionarme con una idea, dejo que nazca y que intervenga el azar. Mi obra Acción directa, expuesta en el Museo Nacional de Bellas Artes 1998, por ejemplo, nació de la imagen de un recuerdo de la infancia: alguien que quiere desenredar un barrilete del cable de un poste de luz. La imagen estaba allí, de pronto ví que se parecía a una crucifixión y recordé a un director de cine norteamericano que sostenía que para que lo reconocieran como tal, tenía que filmar un western. Pensé entonces que para que me reconocieran como artista occidental, sería bueno hacer una crucifixión. Portadora de la palabra, mi obra más reciente, tiene que ver con esa locura que deviene cuando no podemos manejar la realidad, cuando el mundo nos bombardea. Pero lo que quiero destacar es que no importan las motivaciones que tenga el artista para su trabajo porque creo que la llamada obra de arte, cuanto más lejos está de la idea de origen es mejor. La verdadera obra de arte es una llave que puede abrir caminos; de alguna manera es un espejo del que mira: y él ve lo que quiere, o lo que puede ver. El sol se recuesta en el horizonte mientras los colores, una vez mas se sumergen en las largas sombras de la tarde. La arcilla ya tiene forma y él recuerda su propia historia de amor. Esa historia que comenzó el día que decidió ser escultor. Perfil Juan Carlos Distéfano nació en 1937 en Villa Adelina, Gran Buenos Aires. En 1960 organizó el departamento de Diseño Gráfico del Instituto Di Tella. Realizó su primera muestra individual en la galería Rioboó-Nueva. Comienza a dedicarse a la escultura en 1966. En 1968 participó en la Bienal de San Pablo. En 1991 la Fundación San Telmo organiza su primera retrospectiva y expone en Ruth Benzacar. En 1998 se hace su retrospectiva en el MNBA. |