Las pinturas de Elsa Soibelman son, ante todo, enigmáticas. A pesar de su abierto exhibicionismo, de su directa presentación frontal, sutiles manipulaciones en la composición, la iluminación, las poses, las proporciones, las texturas corporales, generan una inquietud que compromete a la mirada, que incita a indagar más allá de la superficie plástica.
Las obras están compuestas por figuras monumentales, en su mayoría retratos y desnudos femeninos, enmarcados casi invariablemente por un fondo negro profundo. Bañadas en luminosos tonos cálidos, las figuras asaltan al espectador, lo interpelan, casi lo intimidan. Tras este primer efecto, la composición comienza a mostrar sus fisuras. Marcadas desproporciones, fragmentos corporales que no parecen corresponderse con el todo, marcas incongruentes de edad, género, sexualidad. Todo confluye en la construcción de seres ambiguos, indefinibles; unos seres que en su pregunta por su identidad están preguntando por la nuestra. Hasta fines de agosto en Del Infinito, Av. Quintana 325 PB.
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