Proyecto Neologismo (oratoria visual) es una exposición que toma como eje el concepto de la palabra como herramienta del lenguaje, tomada ésta desde sus configuraciones y resemantizaciones regionales y culturales, así como por su transposición al lenguaje visual y a las prácticas artísticas. La palabra hacia las formas y las ideas.
La convención de una palabra plantea la utilización cultural de diversos códigos que designan la misma cosa, así como también su significado se altera en la medida que varía su uso, su transfiguración o su resignificación cultural. Lo mismo pasa cuando se buscan los discursos de referencia contextual en los lenguajes plásticos: una operación que precisa establecerse a partir de sus condiciones productivas, es decir, del paso de las formas globales de comunicación a la realización concreta y acotada de artistas en producción regional y de diversos estratos socioculturales.
La concepción del proyecto tiene como mentores a los artistas chilenos Víctor Hugo Bravo y Klaudia Kemper quienes, además de exponer, seleccionaron el material y a los artistas del mundo que llegaron desde la Argentina, Brasil, Ecuador, Colombia, España, Suecia, Holanda, Venezuela y Chile. La diversidad de medios utilizados pivotea entre la pintura, la fotografía, la instalación, la video-instalación, el objeto y el texto.
Hilda Piedrahita (Colombia) propone un trabajo en tres etapas. La artista realizó reportajes fotográficos y gráficos. Preguntó sobre la globalización a personas de los Estados Unidos, Chile y la Argentina. La obra presenta los retratos de cada uno, acompañado la foto de sus manos, que definen sus oficios. Captó cómo piensa cada uno lo global desde su condición, a través del lenguaje cotidiano.
Con la idea de la recuperación de espacios, la española Rosell Meseguer fotografía espacios del mediterráneo que pueden parecerse a otros lugares del mundo. En "Niña feliz", Ana María Fell dibuja muñecos con apariencias atrofiadas o escenifica con muñecas amorfas un mundo infantil que pretende ser lo que no es. 210 dibujos de grafito y barniz se disponen sobre una pared y conforman el muro de Claudia Kemper. Son imágenes eróticas de animación pero que fueron transpuestas de un medio a otro. Las saca del formato envasado para instalarlas en el espacio. De la pared, salen dos mangueras con raros artefactos desde donde aparece la animación a partir de la video-instalación.
Por su formato, colores y encuadres parecen fotos, sin embargo, Pablo Cardoso (Ecuador) es pintor. En su obra "Sábana" propone la ambigüedad: los pliegues de la sábana vistos como paisajes, donde hasta una araña puede habitar. También de Ecuador, Janneth Méndez, propone un tubo de 3 m. de largo y 5 cm. de diámetro realizado con cabello tejido a crochet de cabello humano. El uso de lo orgánico para representar el espacio del vacío. Mario Z viene de la pintura pero cambia de lenguajes y se presenta como PJ (un análogo con el DJ) donde mezcla objetos, sonidos y técnicas. En la serie "Camuflaje", Víctor Hugo Bravo utiliza recortes de objetos militares y símbolos oficiales para proponer una mimesis. Del camuflaje militar a la pintura, y a los objetos transformados en actos artísticos. Los íconos políticos transformados en géneros de referencia plástica (del bodegón a la hoz y el martillo). Mauricio Bravo se desenvuelve en la foto performance para citar a los luchadores de 1800 registrados en impresiones digitales sobre PVC. La muestra seguirá rumbo al MAM de Río de Janeiro, Brasil (2007) y al Centro Cultural Metropolitano (Quito, Ecuador).
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